martes, enero 22, 2013

Servet, catalán universal


Lo que son las cosas. Tengo un amigo un poco cabroncete que siempre me tiene al día de lo que se cuece por España. Aparte de las últimas sinvergüenzonadas de los políticos de cada corral, me dice que la última charlotada más o menos mediática ha sido la de Miguel Servet, a quien nuestros vecinos catalanes del Instituto de Nueva Historia, dan como un patriota catalán de pro. Jejejejeje... Está buena la broma. Se pasa uno pensando toda la vida que tiene como vecino de casa al hereje inmortal de Servet y resulta que no, que no, que no, que nació en la "población catalana de administración aragonesa" de Villanueva de Sigena, comarca de Los Monegros, provincia de Huesca, que como todo el mundo sabe forma parte de las grandiosas fronteras de Cataluña.
Cualquiera que haya caminado por esa zona aragonesa sabrá de lo que voy a hablar. Hay un libro muy bueno de mi amigo Darío Vidal que explica lo que significa nacer, vivir y morir en esa tierra. "A mitad de camino, Los Monegros" se titula. Léanlo, es una delicia.
El que tiene la osadía de nacer allí -como decía-, y consigue resistir el envite implacable del Cierzo y el abrasador sol de la llanura en la cara de su mocedad, y sale vivo, y logra marcharse de ahí, bien seguro sabe que estará preparado el resto de sus días para soportar cualquier penalidad. Incluso para provocar el mayor cisma de la historia en Occidente y ser quemado en la hoguera si hace falta con tal de no dar su brazo a torcer jamás. Otro ejemplo: Luis Buñuel Portolés acabó siendo Luis Buñuel porque tuvo el privilegio de nacer en Calanda, a orillas de las frescas aguas del Guadalope. Y mi primo Francisco de Goya y Lucientes por los cojones seguiría asombrando todavía  hoy al mundo si no hubiese visto su primera luz en la implacable soledad de Fuendetodos, provincia de Zaragoza. Más. Que tengan los arrestos sino de levantar de su tumba a Don Santiago Ramón y Cajal para preguntarle si las geniales trastadas y maldades que cometió de crío en Ayerbe o por las Cinco Villas no fueron la forja de su carácter y determinación. Otro nuevo catalán, Baltasar Gracián, que nació en Belmonte, cerca de Calatayud, también podría dar unas cuantas explicaciones de lo que le ofrecieron sus orígenes para sus gestas, a pesar de su proverbial prudencia, misericordia y piedad.
Lo anterior, no pasaría de otra villanía más de las muchas que salen del estercolero catalán si no fuera por lo que me pasó el otro día en Los Ángeles. Resulta que en casa de unos conocidos estadounidenses me preguntaron que de qué parte de España era. "Del norte, de una zona que se llama Aragón", contesté, intuyendo que difícilmente sabría situar el tipo a España más o menos por debajo de México. El colega, que había pasado varios años en Barcelona trabajando, no le faltó tiempo de decirme: "Ah, sí, ya me acuerdo, ¿pero eso no es una provincia de Cataluña?" Me contuve como pude y como estábamos en su casa en vez de sacudirle un par de ostias me salí a echar un cigarro a la calle a ver me daba un poco el aire. Pensé: "lo están haciendo bien estos cabrones: hasta los extranjeros más o menos instruidos les están comprando sus propias mentiras".
Me vino a la cabeza entonces la que se montó por unos cuantos artículos de opinión que publiqué hace un par de años en La COMARCA recogiendo la polémica sobre Pedro III El Grande, Rey de Aragón, que como todo el mundo sabe ahora fue el Rey de los "Països Catalans" que expandió la corona por el Mediterráneo hasta Grecia. No faltó entonces (pocos, eso sí) algún tonto del haba o alguna idiota que se molestó en escribir cartas al director quejándose de la postura anticatalanista del Sr. Zardoya, que como todo el mundo sabe además de fascista es un cabrón.

2 comentarios:

alfonso soro dijo...

Que bueno que bueno.
Me acabas de arrancar una sonrisa y a la vez se me saltan las lagrimas.
Esta claro que en Aragón tendría que haber mas gente sin complejos y decir las cosas como son, al pan pan y al ladrón ladrón.

Javier Zardoya dijo...

Gracias, Alfonso. Un saludo.