Pasadizos de Alcañiz

En la histórica ciudad de Alcañiz (Teruel) una leyenda urbana ha pasado de generación en generación. Los nietos la han escuchado de sus abuelos y padres y estos a su vez la oyeron de los suyos. A veces, durante largas épocas, la leyenda parece dormitar; se esconde entre la niebla de la historia para resurgir después todavía con más fuerza. Es la leyenda de los pasadizos, una supuesta red de túneles que recorría la ciudad conectando algunas de sus más importantes construcciones como el Castillo calatravo, la ex colegiata y algunas de sus numerosas iglesias. Hay quien afirma incluso que un ramal de estos pasadizos cruza por debajo del río Guadalope. Algunos aseguran que durante su niñez los recorrieron. Mito o realidad, durante mis dos últimos años como periodista en la capital del Bajo Aragón Histórico decidí investigar sobre la leyenda.






Dos imágenes antiguas de Alcañiz, la de la izquierda en 1930, la de la derecha, a comienzos de siglo XX:








Y una panorámica sobre el Alcañiz moderno tomada desde el Cabezo del Cuervo, uno de los mejores miradores de la ciudad:





Plano urbano en la actualidad de la ciudad de Alcañiz:




En detalle, la zona más antigua de Alcañiz, lugar donde se desarrolla nuestra investigación:




Pero antes, a modo de introducción para todos aquellos que no hayan escuchado nada sobre la cuestión, un video divulgativo sobre esta preciosa ciudad aragonesa:






"Siguieron; y como D. Beltrán intentara quitarle de la cabeza la pueril creencia de los caminos subterráneos, obra de la Edad feudal, dijo Nelet que a la tradición debía tal creencia y otras análogas, como la parte fundamental que toman en nuestra vida las potencias invisibles, ora sean ángeles, ora demonios. Replicó el anciano que la tradición era una vieja loca, que había sido poetisa; pero que ya con la edad chocheaba; y Santapau contó que su madre, natural de Ares del Maestre, el riñón del Maestrazgo, hablaba de las galerías secretas entre los castillos de la Orden de Montesa y los monasterios de frailes y monjas, como si las hubiera visto y reconocido de punta a punta. Tomó la palabra Urdaneta para denegar tales absurdos, asegurando que si había pasadizos bajo tierra, eran cortos, y sólo servían para unir los castillos con algún reducto cercano, caminos naturales del arte antiguo de la fortificación. Respecto a la Orden de Montesa, de quien fue propiedad aquel territorio que veían, y otros mayores en grandísima extensión por todo el reino alto de Valencia, dijo que él era caballero de dicho Hábito; pero que ya tales caballerías eran una ficción de vanidad, porque todo lo substancial de ellas se lo había tragado el tiempo insaciable, que va devorando, devorando, y no siempre crea cosas nuevas con que sustituir a las pasadas".
‘La campaña del Maestrazgo’, Benito Pérez Galdós




Capítulo 1: El descubrimiento

Todas las historias tienen un comienzo, y ésta, no es ninguna excepción. En 1995, por casualidad, como suelen ocurrir en muchas ocasiones, se descubrió una bodega bajo la Lonja del Ayuntamiento de Alcañiz. Fue el punto de partida. El arqueólogo alcañizano José Antonio Benavente, aparte de controlar el trabajo arqueológico durante ese proceso inicial, elaboró un informe donde detallaba los avances. Años más tarde, lo contaba en un reportaje a doble página cuando todavía trabajaba en el periódico La COMARCA la periodista bajoaragonesa Maribel Sancho Timoneda, una de las mejores profesionales del ramo en Aragón.



PLAZA DE ESPAÑA DE ALCAÑIZ EN 1945


En él se explican las primeras labores de desescombro y trabajo arqueológico que realizaron los miembros de la brigada de obras del Ayuntamiento de aquel entonces. En los años 2009 y 2010, con las eternas obras de rehabilitación de la calle Mayor de Alcañiz, se añadió un pequeño tramo que se desescombró entonces, y que discurre bajo la calle, para dar un nuevo acceso por la plaza Cabañero, aparte del habitual, que se realiza por la Oficina de Turismo ubicada junto a la Lonja.




El fotógrafo alcañizano Juan Inglés (FotoRío), al saber de mi interés por el asunto, me facilitó las siguientes imágenes, que documentan perfectamente el estado en que se encontraban estas estructuras subterráneas en noviembre de 1994.




















































La prestigiosa fotógrafa Carmen Secanella, que iniciaba por aquellos años su exitosa carrera en el periódico La COMARCA, también realizó un magnífico reportaje gráfico de las labores de desescombro y limpieza de dicho espacio en 1994 como puede verse a continuación:









































































Tras grandes esfuerzos, trabajo en condiciones penosas, y mucho dinero invertido, el espacio pasó a convertirse en una referencia turística para la capital bajoaragonesa y, hoy en día, sigue siendo la atracción más visitada de la ciudad, por encima incluso del Castillo calatravo.

Para limpiar y desescombrar todo ese espacio tras siglos de abandono se perforó el suelo de la plaza de España y, mediante una cinta transportadora, pudo empezar a recobrarse parte del legado histórico que hasta entonces permanecía en el olvido. Esta fotografía en la época de los primeros trabajos que se conserva en la exposición 'Alcañiz oculto' así lo atestigua.




Eso era en 1994, sin embargo, catorce años antes, un grupo de jóvenes del Alcañiz de entonces ya se interesó por desescombrar esta parte de la historia de Alcañiz que permanecía oculta. 'Alcañiz' era una publicación local de aquella época que en portada siempre llevaba un cuadro de un artista alcañizano. Según me explica Ángel Tremps, otro buen amigo y que en aquellos tiempos pertenecía al Grupo Scout, sólo llegaron a editarse 15 números de la misma. Bien, pues un recorte del periódico 'Alcañiz' del 7 de enero de 1980 que me ha hecho llegar gentilmente Jesús Ponz Zapater, otro buen amigo y gran amante de la historia alcañizana, un grupo de seis personas pertenecientes al Grupo Scout se internaron por una de las bocas de los pasadizos que daban al Ayuntamiento.





Según explica Ramón Panadés 'Peque', firmante de dicho artículo, debajo de la plaza de España encontraron dos grandes salas con unas dimensiones de unos 3 metros de alto, por 3 metros de ancho, por 6 metros de longitud (seguramente la actual nevería). Aquello les pareció un nudo o enlace con el resto de seis tramos de túneles que recorrían subterráneamente la ciudad que a continuación detallaban en el artículo:

- Uno en dirección a la calle Mayor pasando por el antiguo local del Casino (hoy casa Maynar), la Caja de Ahorros (actualmente Palacio de Ardid), cruzando el río Guadalope por debajo, hasta llegar a la iglesia de Santo Domingo.

- Otro en dirección a los porches de la plaza de España, Colegio de Escolapios y después subía hasta el castillo calatravo.

- Otro en dirección a la calle Alejandre, que pasaba por la iglesia del Carmen, la iglesia de San Francisco y después salía de la ciudad.

- Otro que discurría bajo la calle Vieja Guardia (Mercado) "hasta llegar un poco más allá de la fuente de Santa María (debajo del instituto Bajo Aragón)". Según sus informaciones, este pasadizo se bifurcaba y tenía otra salida cerca de la plaza de toros.

- Otro más que subía en dirección a la colegiata Santa María La Mayor.

- Y finalmente "este en el que estamos que va desde la plaza de España al Ayuntamiento, y desde aquí al Castillo pasando por la antigua casa del Barón, hoy local del Casino".


Aquellos jóvenes citaban nada menos que seis tramos distintos que confluían en el nudo de debajo de la plaza de España. No sabemos si para elaborar la información recopilaron todas las leyendas que circulaban por la ciudad y las fundieron en su relato o bien pudieron comprobarlo recorriendo los túneles ellos mismos.

Según esa información, éste podría ser un plano teórico del recorrido de los pasadizos de Alcañiz:









Descargar plano en jpg















Personalmente, tengo mis dudas de que pudiesen recorrerlos en su totalidad dado el mal estado en que se encontrarían en 1980, como se puede ver en las imágenes de Juan Inglés, a pesar de que en el artículo ya explican que "durante la guerra se utilizaron como refugios, pero una vez terminada ésta se utilizaron para verter en ellos los escombros ocasionados por las bombas, por lo que actualmente se encuentran un poco tapados". Aunque ya entonces adelantaban que en "el tramo que va desde el Ayuntamiento hasta diez metros más allá del buzón (se supone que desaparecido actualmente), incluyendo las dos grandes salas, se calcula unas 30 toneladas de escombros".

El proyecto que este grupo de jóvenes perteneciente al grupo Scout de Alcañiz presentó al Ayuntamiento de aquella época se limitaba a un estudio detallado de sus recorridos "investigando minuciosamente la manera de poderlos abrir al público, que es la verdadera finalidad que persigue este Ayuntamiento". Y adelantaban que "el próximo verano (1981)"  en caso de que fuese aprobado el proyecto por el Ayuntamiento, se iniciarían las obras de restauración "junto con todos los voluntarios que se presentaran".

Según lo que parece, esta interesantísima iniciativa y proyecto que presentaron aquellos jóvenes en 1980 no fue aprobado por el Ayuntamiento de entonces o no se logró poner en marcha, quedando olvidado en el cajón de los temas pendientes. Sin embargo, como ya sabemos, el tiempo demostraría más tarde que lo que habían hecho era adelantarse quince años a la historia.



Treinta años después de aquellos jóvenes pioneros, éste es el estado actual de la nevera medieval y de los diferentes tramos de pasadizos que discurren bajo la plaza de España de Alcañiz:



















Capítulo 2: la Casa Ram y Santiago Vidiella

Volviendo al reportaje de Sancho Timoneda de abril de 2000, en él ya se hace referencia al famoso libro del historiador matarrañense Santiago Vidiella. Se trata de la obra 'Florilegio de nobles tierrabajinos', escrito en 1925 y editado por el Ayuntamiento de Alcañiz en 1993. Este libro es clave en el asunto que nos ocupa porque es el único documento escrito hasta la fecha en el que se deja constancia de que la posible existencia de pasadizos que comuniquen distintas zonas de la ciudad no sea tan sólo una leyenda urbana. Al hablar de la casa de Ram, hoy convertida en un improvisado parquin para vehículos y de la que tan sólo queda su fachada principal que da a la calle Mayor, esto es lo que dice Vidiella: "(...) Yo hallo otro fuerte indicio de la principalidad de la casa de Montoro -también conocida como Ram o Ram de Víu- en el hecho de que llegó a mover la fantasía popular haciéndole suponer una comunicación subterránea y misteriosa, en Alcañiz, entre el castillo y la residencia de esta familia. En una descripción antigua de la fortaleza, se lee, en efecto: "lo más memorable de dicho castillo es una mina que sale al palacio del Conde de Montoro, en el centro de la ciudad" (...)".

No sabemos a qué descripción antigua de la fortaleza se refería Santiago Vidiella, pero de encontrarla, en ella podría estar parte de la clave para seguir la pista de este túnel o "mina". Durante mis años en Alcañiz investigué todo cuanto pude de este supuesto perdido documento. Ni en los archivos de Zaragoza ni en los de Teruel había constancia alguna de su existencia. Tampoco entre los papeles y documentos privados de Vidiella que se conservan en el Archivo Municipal de Alcañiz. Quizá una búsqueda más exhaustiva en ellos pueda arrojar algo de luz a este interesante asunto.

La historiadora del Arte alcañizana Teresa Thomson, una buena amiga también, destaca de la casa de los Ram en un informe sobre las casas más importantes de la ciudad lo siguiente: "Se trata de una casa palaciega de grandes proporciones de la que se conserva únicamente su fachada principal y unas interesantes estructuras subterráneas. En la fachada se distingue una primera etapa constructiva, localizada en su planta baja y realizada íntegramente en piedra sillar. Esta parte del edificio se modificó posteriormente al abrirse los vanos que hoy se conservan. Este edificio se estructuraba en cuatro plantas: planta baja y tres superiores. Hoy, únicamente conserva tres. Sobre su gran portada puede verse el escudo familiar. En su interior se encuentran diversas estructuras subterráneas de interés: un aljibe, bodegas y pasadizos vinculados a la red que recorre la plaza de España y la calle Mayor. (...) La historia de este edificio está unida a una de las familias nobiliarias de más "peso" en Alcañiz: los Ram (Ram de Viu, Ram de Montoro). Su historia se remonta al siglo XII, con don Pedro Ram, valeroso capitán de Alfonso I. Durante el siglo XIX, los Ram se definieron claramente a favor de la causa carlista y parece ser que este edificio lo reconstruyeron precisamente para poder acoger al conde de Montemolín, pretendiente al trono. El fracaso del "intento carlista" invalidó este proyecto y se duda, incluso, de que esta obra se llegase a concluir".


Actualmente, así está la fachada de la casa Ram y del conde de Montoro que da a la calle Mayor de Alcañiz:

La fotografía la realicé en junio de 2010, cuando las obras de reforma de la calle Mayor estaban en todo su apogeo. Como se observa en la parte inferior izquierda de la imagen, el arco del antiguo aljibe de la mansión fue tabicado con ladrillos.
Aquí tienen otra fotografía de la fachada de la casa solariega de los Ram antes de la "delicada" actuación de los contratistas que reformaron una de las principales calles del casco histórico alcañizano. La casa todavía conserva el escudo de una de las más importantes familias en la historia del Bajo Aragón.

A comienzos del año 2010, poco antes de que comenzasen las obras de la calle, yo ya andaba tras la pista de esta casa. Pensaba, y pienso, que en ella -y bajo la misma- se encuentran parte de las claves para desentrañar la leyenda de los pasadizos de Alcañiz. Así que, en marzo de ese año, me introduje por el aljibe de la casa Ram dispuesto a ver cómo era el tramo de "pasadizos" que todavía no estaba abierto al público. Este tramo, que denominamos pasadizos entre comillas, debe tratarse, con toda seguridad, de la antigua red de cloacas que discurre bajo la calle Mayor. Así lo atestigua un documento de principios del siglo XX que se encuentra en el Archivo Municipal como veremos más adelante. Hay que diferenciar, pues, este tramo de la nevería medieval que se encuentra bajo la plaza de España, de la bodega bajo la lonja del Ayuntamiento a la que está unida, y del pasadizo que arranca en dirección a la calle Alejandre.

Parte de este tramo subterráneo de la antigua cloaca de la calle Mayor quedó incorporado al recorrido habilitado en 1995. Sin embargo, una parte de él quedó inaccesible para el público. Arranca a la altura de la Casa Ram y se prologa unos treinta metros bajo la plaza Cabañero, hasta la altura de la Casa Maynar, actual sede de la Comarca del Bajo Aragón.


Aquí está el plano, procedente del Ayuntamiento de Alcañiz, con la zona de actuación en la red de pasadizos durante las obras de reurbanización de la calle Mayor. Como se observa en él, en esos momentos estaba incluida la intervención en el aljibe de la Casa Ram así como la prolongación del recorrido hasta, al menos, la Casa Maynar, en la esquina entre las calles Mayor y Mazaleón.




Como decía, en marzo de 2010 entré en él a través del aljibe medieval de la casa Ram. En aquella época el aljibe estaba inundado hasta casi la mitad de profundidad. Un sinfín de porquerías, trastos viejos y demás utensilios flotaban en él. Sin embargo a través del andamiaje que se dejó sobre él en los años 90 pude acceder a la entrada a este tramo.


Como se observa en la fotografía, en el aljibe -que bien pudiera tratarse de la bodega de la antigua casa solariega- se practicó en los años 90 una "entrada" para conectar y hacer visitable este espacio con el tramo de pasadizos abiertos al público.


Este aljibe/bodega tiene una parte descubierta (ver foto superior) y otra en que conserva su bóveda original. En esta parte incluso hay otra entrada a unos dos metros de profundidad que conecta previsiblemente con otros tramos de pasadizos, túneles o como quiera llamárseles que siguen conservándose en el solar de la casa Ram, a la espera de que los tiempos, las voluntades o los entendimientos sean más propicios y puedan rescatarse para las generaciones futuras.



Así estaba en 2010 el solar de la histórica casa Ram, a la que algunos en Alcañiz denominan "casa encantada" debido al correr de varias leyendas populares de las que hablaremos a continuación. A simple vista, la finca no parece otra cosa que un solar, convertido desde hace varios años en improvisado parquin. Sin embargo, bajo él se encuentra parte de la historia de Alcañiz.


La leyenda de esta supuesta "casa encantada" o también llamada en ocasiones "casa excomulgada" arranca en el siglo XVIII, cuando perteneció al abogado Jerónimo Ram de Viu (1731-1803). El escritor Joaquín Buñuel, en su 'Galería de alcañizanos ilustres' destaca al respecto lo siguiente: "Es indudable que este señor debía de gozar de gran preponderancia y prestigio en la ciudad, exigiendo el que hasta la Iglesia le sirviese gratuitamente. De ahí que el señor arzobispo de Zaragoza, don Juan Sáenz de Buruaga, en el Decreto que dio al cerrar la santa visita pastoral, el 20 de mayo de 1776, prohibiese con suspensión a divinis, a todos los sacerdotes, tanto del clero secular como regular, el que celebrasen la misa en su oratorio particular por no haber permiso para ello. Juzgamos sea ésta, y no otra la leyenda que corre, aunque sea verosímil, por lo que a la casa se le llamase Casa excomulgada".


Volviendo a la actualidad que nos ocupa, al menos tres bodegas se encuentran enterradas en el solar de este antiguo palacio. Una es el "aljibe" que se encuentra junto a la fachada principal y de la que han visto imágenes anteriormente. Las otras dos fueron desescombradas en los años 90. Inexplicablemente siguen inaccesibles al público. Una la tienen escondida bajo esa gruesa chapa metálica en la parte inferior derecha de la fotografía. La otra se ubica en la otra esquina del solar, justo diagonalmente opuesta. Gran parte de los alcañizanos desconocen su existencia.


Las sorpresas de este "solar" no acaban ahí. En dirección perpendicular a la fachada principal corre un "pasadizo" o túnel del que todavía no se ha averiguado dónde finaliza. Ni siquiera ha sido sometido a un proceso de prospección arqueológica previo que pueda arrojar luz a su función en el pasado. Este tramo está conectado con el aljibe/bodega que hemos citado anteriormente a través de la apertura que se veía en la imagen con el espacio inundado.





Como dijimos anteriormente, la otra conexión del aljibe/bodega se abrió en los años 90 con idea de incorporar su visita al recorrido subterráneo en un futuro. Las obras de reforma de la calle Mayor eran la gran oportunidad para hacerlo. De hecho, así estaba contemplado en el proyecto original, pero el equipo de Gobierno 2007-2011 en el Ayuntamiento fue incapaz de llegar a un acuerdo con el propietario de la casa, el señor José Aragonés.


Este es el tramo de la cloaca /pasadizo que debía incorporarse al recorrido público. Así estaba en marzo de 2010 cuando me introduje en él.



Después de una treintena de metros, prácticamente en línea recta bajo la calle Mayor y la plaza Cabañero, el túnel termina en una pared de piedra caliza y hormigón, a la altura de la puerta principal de la sede comarcal bajoaragonesa.



Como se observa en la imagen, las losas de hormigón que constituían la techumbre de la cloaca / pasadizo fueron sustituidas en las obras de reforma y se construyó una nueva. En teoría, hasta aquí debía llegar el recorrido subterráneo que se les ofrece a los turistas por los "pasadizos" de Alcañiz. Sin embargo, este tramo fue excluido debido a su escasa altura y hoy en día, según mis últimos datos, sigue permaneciendo oculto para el gran público.




Esta era la recreación infográfica del proyecto de reurbanización de la calle Mayor de Alcañiz antes del inicio de las obras a la altura de la Casa Maynar.



En la imagen, parte de la fachada del noble edificio de la antigua Casa Maynar, que desde hace unos años alberga la sede de la Comarca del Bajo Aragón, antes de que las obras sacasen a la luz la parte final de la cloaca / pasadizo rehabilitado.



Precisamente, de la antigua casa Maynar me llegaron informaciones de que en el pasado hubiese podido tener algún tipo de conexión con la red de pasadizos. Como en tantos otros lugares quise comprobarlo. En mi opinión, y aunque ha sido reformada en su práctica totalidad, este palacio aragonés no albergaba conexiones con la susodicha red. Bien es cierto que posee unos interesantes espacios subterráneos que han dado lugar a que mucha gente deje volar su imaginación, pero ocurre así en otras muchas casas alcañizanas.



Este edificio posee una amplia bodega con arco de medio punto magníficamente conservada. Se accede a ella a través de unas escaleras que parten desde su patio central. Justo al lado del arranque de las escaleras y protegido por un grueso cristal se ubica también un silo de piedra. Posiblemente se trate de un trujal para almacenar vino, aceite o en ocasiones también cereales. Sin embargo ninguno de los dos espacios subterráneos tiene conexión externa.




Aquí observamos dos imágenes de la bodega, que en ocasiones alberga algún tipo de exposición artística. Este espacio sí que tiene, y quizá ello haya dado a este tipo de especulaciones, una pequeña entrada a un pozo / manantial, que se observa en la fotografía protegido por un cristal.


En él se recogen parte de las aguas infiltradas en el macizo calizo sobre el que se construyó el primigenio Alcañiz. Posiblemente se utilizaron para abastecer a la vivienda en tiempos remotos o incluso para dar de beber a los animales ya que precisamente esta bodega fue utilizada durante años como establo e incluso llegó a ser un refugio antiaéreo durante la Guerra Civil española.

Yo no encontré ningún tipo de conexión entre este edificio y la supuesta red de túneles y pasadizos que recorren la ciudad. Sin embargo, como decíamos anteriormente, la cloaca/pasadizo que discurre por el centro de la calle Mayor continúa. Al menos hasta el final de la calle en su conexión con la carretera N-232.


Capítulo 3: pasadizos, túneles, cloacas, bodegas, caños y demás agujeros de la calle Mayor

Comienza ahora, querido lector, un capítulo poco dado a estómagos sensibles y personas con claustrofobia. Vamos a hacer un recorrido por varios espacios subterráneos que aparecieron durante las obras de reforma de dicha calle y que muchos alcañizanos desconocían de su existencia. Avisados están.

A lo largo de la calle Mayor de Alcañiz, la principal vía de acceso a la ciudad durante siglos, se desarrollaron palacetes, casas solariegas y edificios muy representativos con los que la burguesía alcañizana dejaba constancia de su poderío económico. Muchos de ellos han desaparecido con el paso de los años, pero otros permanecen en pié. Pasó lo mismo con muchas de las centenares de bodegas antiguas que se desparramaban por el casco antiguo de la ciudad. Con el tiempo, perdían su utilidad. Esos espacios oscuros dejaban de resultar prácticos para sus dueños. Se abandonaron o cegaron de escombros muchos de ellos, lo que por otra parte y aunque parezca contradictorio mejoró su conservación.

Las obras de reforma de la calle Mayor sacaron algunas de ellas a la luz. Otras muchas permanecen a la espera. Estas son algunas de las que pude visitar investigando su posible conexión con los pasadizos.



Durante el proceso de excavación para edificar un nuevo acceso a la red de pasadizos subterráneos por la plaza Cabañero se descubrió una pequeña acequia o canal en sentido perpendicular a la calle Mayor. Cuando le comenté de su existencia, el profesor e historiador alcañizano José María Maldonado pensó que bien pudiese tratarse de algún pequeño ramal para evacuar las aguas subterráneas de aquella zona en la antigüedad, donde el nivel freático pudiese haber estado más alto. No consta en ningún documento que por esa zona habitada discurriese acequia de riego alguna, aunque bien pudiese haber servido para abastecer a un molino harinero, que según varias informaciones, se ubicaba en la casa Maynar.
























Fuese lo que fuese, la verdad es la pequeña conducción construida en piedra recibió escasa atención por parte de los responsables de la obra. Donde fue necesario, se destruyó sin más, quedando eso sí enterrada en los lugares donde no se excavó para introducir las conducciones modernas tanto de vertido de aguas, como de pluviales que discurren bajo la calle Mayor.

Algunas fotos más del canal que apareció en la plaza de Cabañero durante las obras:












En mi opinión, toda esta zona del Alcañiz antiguo podría albergar numerosas construcciones hidráulicas de este tipo que, con el paso de los siglos y la falta de mantenimiento fueron colmatándose y cegándose. Como veremos a continuación y más adelante, no son las únicas que discurren bajo el subsuelo de la ciudad. La mayoría están perfectamente conservadas, pero la dejadez, el escaso interés por sacarlas a la luz tanto de los propietarios como de los responsables públicos, así como la desidia, hace que la mayoría duerman el sueño de los justos olvidadas para la mayoría de las personas.

Este es el aspecto final que tiene el nuevo edificio de acceso al recorrido subterráneo por los pasadizos de Alcañiz. Al menos hasta junio de 2011, permanecía cerrado al público después de semejante inversión de dinero, que superó el millón de euros en el conjunto de la calle Mayor. Según mis datos, varias filtraciones producían que en la parte inferior del edificio acristalado se acumulasen más de diez centímetros de agua constantemente, lo que impedía que los turistas pudiesen transitar por esa zona.





Desde luego, la plaza dedicada a la memoria del ilustre abogado alcañizano Casimiro Cabañero ha tenido épocas más gloriosas. Incluso meses después de concluir las costosas obras de reforma de la calle y plaza, la fuente en su honor mantenía este aspecto; una muestra más de la desidia política y social aragonesa hacia su propia historia:



El pequeño canal hidráulico no era el único de los secretos que albergaba en su subsuelo la plaza de Cabañero. En el número 2 de dicha plaza se ubica el edificio de la Asociación de Amas de Casa 'Ercavica'. Bien, pues bajo él apareció un canal o túnel bastante amplio que poca gente pudo ver en su momento. Como pude comprobar en demasiadas ocasiones a lo largo de los meses en que se desarrollaron las obras de la calle Mayor, fue ocultado de inmediato. Sin embargo, antes de que lo tabicasen definitivamente, pude meterme en él para al menos poder documentarlo.



Como se observa en la fotografía de la izquierda, bajo la acera del edificio aparece un antiguo túnel, en parte excavado en la piedra donde se asienta la vivienda, y en parte construido con piedras labradas.





Dentro de él, aprovechando el momento en que los obreros habían salido a comer, esto es lo que había:











Después de al menos diez metros, prácticamente rectos y en perpendicular a la fachada del edificio, tuve que darme la vuelta debido a las dificultades que presentaba el túnel. Poco a poco se iba estrechando cada vez más. Sin embargo, pude ver cómo seguía la construcción hidráulica. No pude ver hasta donde llegaba. La sensación de claustrofobia era enorme y el reducido espacio, -apenas cincuenta centímetros de ancho por un metro cuarenta de alto- provocó que ni siquiera pudiese darme la vuelta en su interior y tuviese que salir hacia atrás. Sí que observé como las losas de piedra del techo estaban perfectamente colocadas a lo largo de todo el trayecto y, pese a que había estado abandonado durante siglos, su aspecto general era bueno. Apenas corría agua por el suelo, que tan sólo acumulaba una capa de unos cinco centímetros de cieno.



El arqueólogo alcañizano José Antonio Benavente, a quien tengo que agradecer su amabilidad y profesionalidad durante tantas consultas a lo largo de este tiempo, también supo de este túnel y ese mismo día pudo tomar unas fotografías antes de que fuese condenado por las obras. Según su opinión, bien pudiese tratarse de otro antiguo canal de desagüe para esta zona, aunque duda de que hubiese servido también como pasadizo o vía de comunicación debido a sus reducidas dimensiones. Quizá en un futuro pueda averiguarse algo más sobre esta interesante construcción hidráulica que con tanta presteza se ocultó a todos los alcañizanos en aquellos momentos.




Seguimos. A unos metros del edificio de la Asociación de Amas de Casa de Alcañiz está una importante casa solariega. Ese edificio y dos más anexos los compró el Grupo Alcance hace unos años con idea de construir un bloque de pisos. Su fundador es Miguel Ángel Gil, otro buen amigo de Alcañiz. Tras insistirle en mi interés por las leyendas de los pasadizos, el 8 de octubre de 2010 fuimos a verlas.


 
Entramos en la primera casa, la de más arriba. La bodega es amplia y está excavada completamente en la roca. Todavía se observan las marcas de los buriles a pesar de los siglos transcurridos desde su construcción. Tiene una pequeña ventana que da a la calle Mayor. Dentro de ella, a mano derecha, hay una puerta que conduce a un caño o bodega anexa casi al mismo nivel. Dentro de ella se encuentran unas estanterías excavadas en la piedra para colocar las botejas o tinajas en tiempos remotos. Por lo que parece, a simple vista no hay nada más.



La segunda casa, anexa a la anterior, tiene un aspecto más solariego. Una placa encima de la puerta principal está dedicada a su antiguo propietario, el abogado alcañizano Casimiro Cabañero.





Una vez en el patio, hay una puerta a mano derecha que está cerrada. A la izquierda, entrando al corredor del patio, surgen diferentes habitaciones a ambos lados. A pesar de su aspecto antiguo, no creo encontrar nada que sea de utilidad ni tenga relación con los pasadizos. Sin embargo, casi al final, al lado derecho encontramos un gran trujal excavado en la piedra. Está embaldosado y parece haber sido dedicado a almacenar aceite o agua. Todavía se encuentra en buen estado. Cerca de él hay una puerta desde donde parte una escalera tallada en la roca. A mano derecha también surge otra amplia bodega, que no tiene mayor interés para nosotros a no ser que también está excavada en plena roca arenisca.



Bajamos un nuevo tramo de escaleras. Calculo que ya debemos de andar sobre los seis metros bajo el nivel de la calle:



Al final del tramo de escalera, evidentemente toda escavada en la roca, hay una especie de pasadizo. En aquellos días estaba inundado de agua en unos veinte centímetros de altura. Aunque está muy clara y parece proceder de infiltración de la propia roca madre, en pleno mes de octubre no me apetece demasiado darme un chapuzón, así que  me fui a buscar unas botas de agua, que desde hacía meses constituían uno de mis "utensilios" de periodista, junto a la grabadora, la libreta o la cámara de fotos en la búsqueda de los pasadizos alcañizanos.
El pasadizo tiene aspecto trapezoidal y forma una especie de L, es decir, hay un tramo inicial de unos cuatro metros completamente rectos, y luego gira en 90 grados a mano derecha. Su altura es de unos 180 cm. Sus paredes están perfectamente talladas, y en ellas se ven todavía la marca de los buriles.





















A partir de ahí sigue otro tramo completamente recto de unos cuatro o cinco metros de longitud hasta desembocar en una estancia semicircular.




 











Todo ello está excavado en roca y sigue como el primer día en que fue construido. Aparentemente, no parece que tenga salida. Parece una más de las numerosas bodegas que pueblan el casco urbano de Alcañiz, aunque posea la particularidad de su perfecto estado y los laberínticos entresijos de su interior. Quizá sea ésta una de las razones que ha llevado a la fantasía popular a elaborar teorías "conspirativas" de todo tipo entre esta casa y la red de pasadizos de la ciudad. Parece algo razonable.


 












Después de documentar fotográficamente el espacio, decidí salir al exterior, donde me espera Miguel Ángel Gil. Al doblar la esquina del pasadizo en ángulo de 90 grados, eché el pie y me hundí en el agua hasta la rodilla. Parece tratarse de un agujero escavado. Con un palo de madera compruebo que tiene una profundidad de unos 40 centímetros. Aparentemente no tiene pinta de que continúe y más bien parece ser una especie de receptáculo en el que recoger posibles escapes de agua, aceite o vino cuando esta clase de bodegas estaba en el apogeo de su funcionalidad.

















En este edificio, pese a la monumentalidad y originalidad de sus espacios subterráneos, tampoco encontré evidencias que constatasen una comunicación subterránea exterior con otras zonas de la ciudad.
Bajando por la calle Mayor en dirección al Muro de Santiago se encuentra el Palacio de Ardid, donde se ubica actualmente la Biblioteca y el Archivo Municipal de Alcañiz, en un amplio solar que suponían antes los números 13, 15, 17 y 19 de la calle Mayor y los números 2 y 4 de la calle Santa Pau. Las costosas obras de rehabilitación llevadas a cabo entre los años 1997 y 2000 sacaron a la luz un buen número de estructuras subterráneas del Alcañiz más antiguo. El arqueólogo José Antonio Benavente elaboró en aquella época un informe técnico sobre lo encontrado.
Como se ve en dicho documento, en el amplio solar, a lo largo de las excavaciones aparecieron -aparte de otros restos históricos- dos bodegas subterráneas, parcialmente excavadas en la roca, con un origen posiblemente medieval, y que posteriormente fueron reforzadas con sillería en sus bóvedas.
El alcañizano José Arcusa, buen conocedor de la historia de su ciudad, me facilitó en su momento unas fotografías de lo descubierto en aquella época:








  



 



Al menos una de ellas se utilizó como refugio antiaéreo en la Guerra Civil española, tal y como consta en el informe 'Relación de los refugios antiaéreos existentes en Alcañiz' de 1940 que pude revisar en el Archivo Municipal. En dicho documento, donde se detallan las características físicas de los 38 refugios para la protección de los ciudadanos con que estaba surtida la ciudad, se especifica lo siguiente en una época en que la calle Mayor había pasado a denominarse José Antonio Primo de Rivera: "Capaz para 180 personas. Habilitado en una cueva cuya techumbre es de piedra arenisca con vetas de arcilla descompuestas, afianzado todo mediante pilares de mampostería ordinaria. Cuenta con dos salidas".

En ningún momento se dice que ambas bodegas tuviesen conexión subterránea alguna con otras partes de la ciudad, por lo que podríamos descartar, en un principio, que formasen parte de esa supuesta red de pasadizos en Alcañiz.

Sin embargo, años antes, en enero de 1990, a la altura de los números 17 y 19, es decir, en la parte más al Sur de dicho solar, cuando todavía existían viviendas particulares se encontró lo siguiente: un túnel perpendicular a la calle Mayor. Lo especificó en un informe técnico que gentilmente me facilitó tras bucear en su archivo el arquitecto alcañizano Luis Ángel Moreno.

Según se afirma en dicho documento: "(...) La acción humana, probablemente en época medieval, excavó, bajo la losa, un túnel en dirección perpendicular a la calle Mayor, utilizando arcos apuntados de piedra, muy próximos unos a otros, como garantía de seguridad, cuyo estado de conservación es bueno. Este túnel está ahora parcialmente cubierto por agua, escombros y material de arrastre (limos), lo que no permite determinar su altura, pero que posiblemente supere los tres metros (...)".

Junto a una copia del informe, Luis Ángel Moreno me facilitó una fotocopia en blanco y negro que incluía dos fotografías de dicho túnel subterráneo que se tomaron en 1990. Recientemente, el alcañizano Fernando Navarro me hizo llegar dos copias de las fotos del mismo espacio en color.

En las fotografías se aprecia bastante bien, a pesar de la escasa definición, la fila de arcos medievales construidos en sillería, así como el agua que acumulaba dicho espacio en esos momentos.




























Las imágenes originales las tomó en 1990 el fotógrafo alcañizano Javier Pellicer, a petición de Luis Ángel Moreno. Quizás en este espacio subterráneo, que todavía permanece abandonado en el subsuelo, pueda encontrarse algún tipo de conexión con la supuesta red de pasadizos que recorren el casco viejo alcañizano.

En los años siguientes, los edificios de los números 17 y 19 de la calle Mayor de Alcañiz fueron derribados por su estado ruinoso para dar paso a la construcción del actual Archivo Municipal y Biblioteca. A pesar de que había soportado el devenir de más de ocho siglos, el túnel descubierto que discurría perpendicularmente a la calle Mayor fue rellenado en su totalidad con una mezcla de "hormigón pobre" "con la finalidad de conservar la bodega intacta y evitar su desplome como consecuencia del paso de vehículos pesados en el transcurso de los trabajos de derribo y retirada de escombros de la zona", tal y como detalla José Antonio Benavente en su informe y también como así me lo confirmó Fernando Used, arquitecto que dirigió los trabajos de construcción del Palacio de Ardid a finales de los años 90 y que también dirigiría los trabajos de reurbanización de la calle Mayor.


Durante esos años los arquitectos alcañizanos Luis Ángel Moreno, Joaquín Murria y José Fernando Murría, del gabinete MMT Arquitectos, llegaron incluso a plantear un proyecto de revitalización económica y social para toda esta parte del casco viejo alcañizano. Dicho proyecto se presentó hace unos años al concurso de arquitectura 'Celebration of Cities' en Berlín y tuvo una gran acogida. Como tantos otros proyectos para Alcañiz, fue abandonado en el olvido.

Aquí les dejo unas láminas donde se resume la idea, que tomaba como base ese supuesto pasadizo medieval de la calle Mayor como para regenerar e intervenir urbanísticamente en los barrios de Almudines y Santiago, afectados por una degradación durante décadas:  






En mayo de 2009, MMT Arquitectos y la Consultora EID retomaron en parte esa idea y presentaron conjuntamente una propuesta cuando el Ayuntamiento de Alcañiz sacó a concurso las obras de reurbanización de la calle Mayor de Alcañiz. En dicha propuesta los técnicos ya advertían de la imperiosa necesidad de elaborar estudios previos que incluyesen información geotécnica a lo largo del recorrido de toda la calle con prospecciones cada 50 metros. Lo justificaban, aparte de su experiencia previa de trabajo en la ciudad durante años, en la constatación  de "la existencia de túneles que partiendo de algunos edificios se dirigen hacia la calle Mayor. Su existencia se ha comprobado en la Casa Julve y la Casa Guayar, sin perjuicio de su posible existencia en otros edificios".



He aquí la propuesta técnica presentada por MMT Arquitectos y EID Consultores en 2009.


El equipo de Gobierno de la legislatura 2007-2011, formado inicialmente por Izquierda Unida, al que luego se sumó el PSOE tras un pacto político, desechó ésta y otras propuestas de reurbanización de la calle Mayor en las que debía considerarse el potencial arqueológico de la zona, otorgando el permiso para las obras a la constructora valenciana Arción, S. A. Tanto los vecinos, como el patrimonio histórico de la calle, como la propia empresa no tardarían demasiados meses en sufrir las consecuencias de dicha decisión, tal y como veremos más adelante.

Ya entonces se especificaba el "muy insuficiente" conocimiento del subsuelo de la calle y su estado actual, por lo que "es necesario investigar antes de urbanizar, tanto desde el punto de vista de la protección y recuperación de los propios pasadizos como desde el propio diseño de las infraestructuras".

En el documento se proponía una campaña de investigación geotécnica con georadar, una técnica para detectar con bastante precisión los huecos existentes en el subsuelo para determinar primeramente una detallada ubicación tanto de posibles pasadizos como bodegas. Aparte, se proponía realizar catas mecánicas o manuales para confirmar los datos del georádar, una campaña arqueológica, así como sondeos inclinados para adquirir información concreta sobre el estado del terreno bajo las edificaciones colindantes a la calle.

Como es sabido, absolutamente nada de esto se hizo en la calle Mayor durante los más de doce meses que se prolongaron las obras. La oportunidad histórica e irrepetible que suponía intervenir en dicha calle de cara a recuperar su valioso patrimonio arqueológico e histórico y adaptarlo a la contemporaneidad, fue desechada de forma infame e irresponsable para las generaciones venideras. Ni la memoria final aprobada incluía la recuperación de las estructuras subterráneas ni había ninguna intención de hacerlo.


En la primavera de 2010, a escasas semanas de que se empezase a intervenir en la zona, empezaron a surgir las primeras "sorpresas" subterráneas en la Calle Mayor que otros ya habían intuido con anterioridad. A partir de entonces los hallazgos diarios, los errores en lugares comunes, y la destrucción del patrimonio histórico a destajo pasarían a ocupar ese espacio durante los siguientes meses.


A la altura del Palacio de Ardid, las obras para introducir las tuberías de aguas pluviales sacaron a la luz el pasadizo / cloaca de principios del siglo XX que discurre por el centro de la calzada de la calle.








Como se observa en las imágenes, se trataba de una construcción construida con sillares de piedra arenisca y con escasas juntas de cal que se ensamblaron perfectamente en la época. Se conservaba en muy buen estado, al menos hasta que llegaron las excavadoras.



Así las cosas, la empresa constructora aprovechó el antiguo túnel para introducir la nueva tubería y, donde fue necesario, se destruyó, sin más miramientos de cara a la posteridad:



 



Como veremos a continuación, la prensa bajoaragonesa no tardó en hacerse eco del devenir de los trabajos, que ya por entonces no pasaban por su mejor momento:


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Y es que las obras de la calle Mayor, y por ende sus vecinos, ya sufrían los problemas que comenzaron a surgir entre las distintas subcontratas por problemas de impago. Tampoco la calidad de cómo se estaban desarrollando las obras eran del agrado de muchas personas que estaban al corriente de su devenir:


 
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Los espacios subterráneos desconocidos hasta entonces no acabaron en el Palacio de Ardid. Casi justo enfrente se encuentra el número 30 de la calle Mayor. Allí, al levantar la acera con motivo de las obras de reurbanización, también apareció una interesante sorpresa:






Advertido ya como estaba con el túnel aparecido bajo la Asociación de Amas de Casa 'Ercavica' de la rapidez con que se condenaban y trataban de ocultarse al público estos "espacios", decidí tomar unas imágenes de su interior antes de la oscuridad volviese a cerrarlo. Esto es lo que encontré en su interior:










Evidentemente, no se trataba de un espacio que se hubiese creado de la nada. Las filas de sillares de piedra y los arcos apuntados parecían indicar que en la antigüedad allí había al menos una bodega. Posiblemente se colmató de escombros tras la Guerra Civil debido a que esta zona resultó muy afectada por el bombardeo italiano sobre la ciudad, tal y como descubrió y explicó el historiador alcañizano José María Maldonado en su excelente libro 'Alcañiz, 1938. El bombardeo olvidado'.


El combatiente y fotógrafo italiano Michele Francone fue testigo de aquella época y dejó constancia documental del estado en que quedó la ciudad bajoaragonesa tras el paso de sus compatriotas.










Maldonado me facilitó en su día esta imagen con cuatro fotografías aéreas superpuestas del momento del bombardeo de Alcañiz en 1938 por los aviones italianos. Como se observa, la zona más afectada fue el casco histórico de la ciudad alrededor de la calle Mayor y adyacentes:




Volviendo al espacio subterráneo, en su día tampoco recibió mucha atención por parte de los responsables de la obra y, como en otros tantos lugares, se tabicó y ocultó, pasando a ocupar una nueva línea más en la larga lista de los espacios olvidados de Alcañiz.






Investigando en el inmueble, yo no pude encontrar un acceso desde su interior. Quizás cuando esta bodega o aljibe fuese abandonado se cerró también una puerta que ya no tenía sentido mantener. Algunos de sus inquilinos actuales con los que me entrevisté tampoco me pudieron dar más información al respecto, pero es posible que en un futuro, sabiendo de su existencia, pueda investigarse algo más y tratar de averiguar si hubiese podido tener algún tipo de conexión con la supuesta red de pasadizos del casco viejo alcañizano.




Como decíamos anteriormente, la calle Mayor arrojó un buen número de espacios subterráneos interesantes cuando se produjo la reforma. Otro de ellos fue debajo del número 54. Durante aquellos años el local albergaba una antigua zapatería, y si mis datos no me fallan, creo que lo sigue siendo.
Al levantar la acera para rehacerla durante las obras, el 14 de junio de 2010 apareció un interesantísimo espacio bajo ella que muy poca gente pudo ver en su momento. Era muy amplio y aunque estaba parcialmente colmatado de gravas, se podía acceder a su interior. Antes de entrar intenté hablar con el propietario de la zapatería para que me facilitase alguna información. Los malos modos y la negativa a reconocer que allí había algo confirmaron mis sospechas.








No creo que nadie más entrase en esos momentos allí porque el lugar era peligrosísimo y la impresión que daba era pasmosa, pero por el interés que tenía entonces decidí arriesgarme e introducirme en su interior. Con la perspectiva que da el tiempo, a pesar de reconocer el riesgo, me alegro de haberlo podido al menos documentar, porque a los pocos días, tal y como se hizo con todos y cada uno de los espacios subterráneos que se descubrieron a lo largo y ancho de la calle Mayor, fue tabicado por los obreros.




Esto es lo que encontré allí:













A pesar de las imágenes no son muy buenas debido a las condiciones de iluminación, y que evidentemente el lugar había sufrido derrumbes de las margas donde se asienta posiblemente debido a la infiltración de agua durante años, allí había -y seguirá estando- un túnel perpendicular a la calle Mayor. Como se observa en las fotografías, estaba construido con sillares de piedra y en su comienzo, a unos dos metros de profundidad con respecto al nivel de la calle, surgían dos huecos. Posiblemente se tratase de dos pequeñas ventanas enfrentadas para dar luz a una estancia más amplia en el pasado. No pude averiguar si ese lugar había albergado una antigua bodega que fuese cegada con escombros o gravas cuando perdiese su utilidad, pero lo que está claro es que fue construido por el hombre y que tenía comunicación con otros lugares, si no con ese mismo inmueble, quizá con otros de la calle La Cueva y adyacentes en el barrio de Almudines.

Como tantos espacios subterráneos de Alcañiz, permanece oculto para todos y duerme el sueño de los justos ante la falta de entendimientos, memorias y voluntades.




Para no irnos demasiado lejos, justo en el edificio anexo también apareció algo interesante con motivo de las obras. Al levantar la acera no se excavó demasiado, pero se pudo apreciar perfectamente que toda la casa se asentaba en un arco de sillares de medio punto, posiblemente de época medieval. Sobre qué había debajo no es posible especular porque no era posible acceder, pero evidentemente se trataba de otro espacio subterráneo junto a la calle Mayor.








Más. Cruzando a la acera de enfrente en la calle Mayor se encuentran un grupo de edificios lo suficientemente nobles y antiguos como para pensar que en su interior albergasen algún tipo de bodega o espacio que pudiese haber estado conectado con la supuesta red de pasadizos alcañizanos. Cuando entré en ellos el 9 de octubre de 2010 no quedé defraudado.






La alcañizana Ángeles Molías vive en el edificio y es la propietaria de las bodegas que alberga. Cuando me entrevisté con ella me invitó a echar un vistazo a los subterráneos. Me acompañó esa primera vez el arqueólogo José Antonio Benavente, que también pudo fotografiar el espacio. En él hay que diferenciar dos zonas distintas: una amplia bodega construida con sillares que se conservaba en bastante buen estado bajo el patio principal de la casa, y un túnel anexo.







A pesar de que la bodega había sufrido ciertas reformas y que se habían lavado con yeso los antiguos sillares, no parecía aparentemente que pudiese haber tenido alguna conexión externa. De ahí que centrásemos nuestras miradas en el túnel que corría paralelo junto a ella. Según mis cálculos, se encontraba perpendicular a la calle Mayor, a unos cuatro metros por debajo del nivel de la misma. Tras bajar tres peldaños de piedra se componía de un corredor central y de dos pequeños espacios, cuya función posiblemente pudiese haber sido para albergar algún tipo de tinajas, tanto al comienzo como al final del mismo.








Al golpear en ellos no encontramos sonido a hueco alguno, excepto en la pared que suponía el final del túnel. La propietaria me explicó que siempre había pensado que la vivienda de enfrente (nº 48) y ésta se encontraban comunicadas mediante un túnel que discurría por debajo de la calle Mayor. Nunca lo había comprobado desde que vivía en la casa porque estuvo siempre tapiado así que, tras pedirle permiso, gentilmente accedió a que con una maza echase abajo el tabique para poder acceder a su interior.





Tras unos golpes, el tabique saltó con facilidad. Una vez dentro, tras iluminarlo con un foco, pude comprobar que aquello parecía la continuación del antiguo túnel, que en algún momento determinado había sido clausurado. En medio del reducido espacio, en el que se acumulaba un buen montón de escombros y cerámica antigua, se encontraba un pilar vertical construido con ladrillos macizos.








Como se observa en las imágenes, éste se encontraba en muy mal estado. Sin embargo entré a documentar lo que parecía un espacio interesante. El pilar debía haber sufrido importantes vibraciones o hundimientos, porque en al menos dos esquinas se encontraba reventado. Parecía haberse construido posteriormente, con la intención de soportar y reforzar dos arcos de sillares que sostenían el techo. En su interior, a mano derecha, podía verse las gravas y margas en las que había sido excavada la bodega anexa.







La sensación de peligro era evidente, sobre todo por las vibraciones que procedían de las obras de reforma de la calle Mayor, que se encontraba entonces en todo su apogeo. Según mis cálculos, ese hueco subterráneo se encontraba fuera de los límites del edificio, al menos dos metros más allá de la acera de la calle Mayor, y a unos cinco metros de profundidad como poco. Por lo que pude ver, no había sido afectado por las obras de la calle al encontrarse por debajo del nivel de las excavaciones que se realizaban para introducir las tuberías de aguas pluviales y desagües. Sin embargo, estaba lleno de tierra y piedras, por lo que no pude comprobar entonces si tenía algún tipo de continuidad con otros espacios.





Daba la impresión de haber sido un espacio donde acumularon todos los escombros de alguna de las reformas de la bodega y que luego se tabicó y olvidó. Al salir al exterior del edificio me encontré con Ángel Romero, un familiar de Ángeles Molías. El señor Romero me comentó amablemente que en su día sus hermanos Paco y Salvador Romero habían realizado obras de reforma en esa casa, y que posiblemente fueran ellos los que tapiasen dicha pared hace décadas.

La falta de medios y el estado de peligro inminente en que se encontraba ese espacio imposibilitó que encontrase alguna pista más allí sobre los pasadizos alcañizanos. Una limpieza y una búsqueda con más medios en un futuro quizás pueda arrojar algún dato más sobre este interesante espacio subterráneo que también permanecía en el olvido.



Junto al anterior edificio se encuentra el nº 39 de la calle Mayor. Es otra de las numerosas casas solariegas de las muchas que componen el casco viejo alcañizano. Aunque ha pasado por mejores épocas, los subterráneos que alberga suelen permanecer ahí, aunque evidentemente no en sus mejores condiciones. Esto ocurre en muchas viviendas antiguas. A pesar de que las zonas habitables han sido reformadas a lo largo de las últimas décadas, sus bodegas permanecen intactas, a veces olvidadas o rellenas de escombros, pero al fin y al cabo protegidas, lo que es bastante interesante para la investigación que nos ocupa.







Cuando entré en ellas tras las pistas de los pasadizos alcañizanos esto fue lo que encontré:








































Como se observa en las fotografías, a pesar del ruinoso aspecto que presentaba el espacio, lleno de suciedad y trastos viejos olvidados, se trata de una bodega muy antigua construida casi en su totalidad con sillares de piedra. Mi interés se centró en esas especies de aperturas que surgían en algunas de sus paredes. Aunque no tomé excesivas notas cuando me entrevisté con su propietaria, creo recordar que el pasadizo / bodega finalizaba situándose de forma paralela a la calle Mayor y a unos cuatro metros de profundidad. A pesar de que no hice mediciones, no percibí por las paredes maestras que el subterráneo se internase por debajo de la calle Mayor ni que saliese fuera de sus límites. Así pues, posiblemente esa apertura cegada podía haber servido como comunicación con otra bodega o espacio anexo y que en su momento se cerrase al dividir el inmueble. Quizás una exploración más detallada y con más medios pueda arrojar más información respecto a esta nueva bodega olvidada del casco viejo alcañizano.







Continuamos con la calle Mayor y sus bodegas y posibles conexiones. Tranquilos..., ya queda poco.

Muy próximo al edificio anteriormente citado, en la misma acera, está el número 37, al que se accede por la calle Amposta. En el local de este edificio se ubicaba antiguamente una antigua tienda de ultramarinos que se llamaba 'Casa Gil'. Lo interesante para nuestra investigación, como en tanta ocasiones, se encontraba debajo. Tras pedirle permiso a su propietario, el Sr. Rajadel residente en Valderrobres, el 5 de mayo de 2010 accedimos a sus bodegas. Fui entonces con mi compañero Iván Molina, un cámara de televisión de La COMARCA TV, con idea de grabar unos planos para hacer posteriormente un reportaje. Tanto el local como las dos bodegas se encontraban sin luz, por lo que tuvimos que instalar un foco halógeno para iluminar todo el recorrido.

Así estaba el local que antiguamente albergaba la tienda de ultramarinos:



























Bajo el local se extendían dos bodegas superpuestas. La superior tenía un aspecto más reciente y se observaba que había sido reformada en épocas recientes. Durante un tiempo allí hicieron una peña unos chavales hasta que un incendio obligó a desalojarla.






















Bajo esa primera bodega, tras descender por unas escaleras, se ubica otra bodega, bastante más interesante para nuestra investigación:




Este espacio subterráneo estaba construido con sillares de piedra arenisca y su techo tenía una bóveda de ladrillo macizo. En uno de sus cuatro lados, paralelo a la calle Amposta y a unos cinco o seis metros por debajo del nivel de la calle, una apertura tapiada seguía atestiguando que ahí se había encontrado una posible conexión externa.

Unas imágenes con algo más de detalle de esta interesante conexión:








Como se observa en las fotografías, una piedra plana arenisca hacía de puente y, justo detrás de ella, había una pequeña apertura superior, que aparentemente no tenía salida. Cuando estuve allí no pude encontrar nada más que hiciese pensar en otra conexión subterránea que ésta. Quizás en un futuro, tras una limpieza en profundidad del espacio, pueda encontrarse algún indicio que indique que esta bodega estaba comunicada antiguamente con la supuesta red de pasadizos del casco viejo alcañizano. En mi opinión, sería bajo la calle Amposta, a unos cinco metros de profundidad, donde podría encontrarse la conexión, y posiblemente tenga una dirección hacia el barrio de Santiago, asentado en las faldas del castillo que construyó la Orden de Calatrava.



A este respecto conviene aclarar que el barrio de Santiago, junto con el del Pueyo, constituyó el Alcañiz más primigenio tras la reconquista cristiana. La comunidad judía de Alcañiz, nacida en 1304 gracias a un privilegio otorgado por Jaime II a la Orden Militar de Calatrava, estaba presidida por dos berorim (jueces), auxiliados en la administración por los gabbayim. Fue un importante foco de estudios rabínicos nacido en torno a la cofradía Talmud-Torah —cuya licencia de construcción demuestra su emplazamiento en el barrio de Santiago—, donde se formaron talmudistas de la talla de Ye˘hosv ua‘ ha-Lorqí, don Yosef Benardut o ’Asv truq ha-Leví. (Fuente: Aragón Sefarad, Diputación Provincial de Zaragoza).


El barrio donde residían los judíos recibía el nombre de judería, que en el actual Alcañiz es la calle Trinidad:






Regresamos de nuevo a la calle Mayor. Durante aquel tiempo de las obras de rehabilitación de la vía, me llegaron informaciones de que en el número 55 pudiese haber algún tipo de conexión con la red de pasadizos alcañizanos. Como en cada una de ellas, decidí investigar. Según los comentarios, esta casa estaba comunicada subterráneamente con el castillo calatravo y también con los torreones medievales del Muro de Santiago a través de dos túneles, nada menos.






El 20 de mayo de 2010 entré en el edificio junto a su propietario, Juan Mulet, otro buen amigo de Alcañiz que amablemente me dio carta blanca para que buscase lo que quisiera. En esa vivienda, otra de las muchas casas solariegas que se apiñan a la vera de la calle Mayor, una antigua bodega ocupa toda su extensión. Seguramente el edificio habrá sufrido reformas a lo largo del siglo XX, pero dudo de que lo haya hecho su bodega. Como en tantos de la misma calle, el subterráneo se encontraba inundado debido a las fugas que presentaban las conducciones de agua. Al menos un metro de altura cubría entonces todo el espacio, donde flotaban un sinfín de trastos viejos y desperdicios, señal de que no recibía visitas desde hacía muchos años.








Sin embargo, a pesar del lamentable estado del lugar, y de que no me metí en el agua, pude ver que era muy interesante lo que escondía:




Allí, junto a una esquina, había lo que parecía una conexión externa de esta bodega con el exterior. A pesar de que se encontraba repleta de escombros, se observaba claramente que en el pasado este lugar estaba comunicado a esa profundidad con algún otro espacio:




Como digo, en aquella época yo no pude acceder más debido a las condiciones en que estaba y simplemente documenté lo que encontré, pero quizás una exploración futura pueda aportar más información al respecto. Posiblemente ahora se encuentre ya seco tras el cambio de redes de la calle Mayor. El lugar y las posibilidades que alberga sugieren que esta sea una de las bodegas clave por las que empezar a desentrañar el misterio de los pasadizos alcañizanos.

Sin salir de ese edificio y como prueba de que allí había más estancias subterráneas, en una esquina del amplio local encontramos una portezuela en la pared que daba a una sala inferior:




Después de ir a por una escalera e introducirla a duras penas pude acceder al interior:




No puedo asegurar que aquello fuese un aljibe de la casa y que esta portezuela fuese utilizada para sacar por ella el agua antiguamente, pero la impresión que me dio fue que también había estado comunicada con la anterior bodega en otros tiempos.



Continuamos. Junto a este edificio se encuentra otro que hace esquina entre la calle Mayor y el Muro de Santa María (carretera N-232). El 8 de mayo de 2010 se encontraba en plenas obras de reforma. Se había derribado el piso del local a nivel de calle y varios obreros trabajaban en su interior. Amablemente, permitieron que entrase dentro para documentar e investigar si allí había algún tipo de conexión con la supuesta red de pasadizos alcañizanos.





Una vez en el interior, yo no encontré nada que hiciese suponer conexión subterránea alguna.




Excepto en la pared que daba a la calle Mayor, donde en la excavación apareció esto:




Una imagen con un poco más de detalle de esa estructura:



A una profundidad de algo menos de dos metros partía un canal de piedra perpendicular a la calle Mayor. Por sus dimensiones (unos 40 cm de altura por 40 de anchura), era imposible que hubiera servido de comunicación humana. Con toda seguridad debería tratarse de la antigua conexión de desagüe del edificio hasta la cloaca / pasadizo que discurre por el centro de la calzada, que se construyó a comienzos del siglo XX como vimos anteriormente.

Unas imágenes del interior del canal de piedra:






Como se observa, estaba parcialmente colmatado de tierra y residuos, por lo que posiblemente hubiese perdido su utilidad desde hacía tiempo.


Capítulo 4: en busca del pasadizo sumergido

La tradición alcañizana de la leyenda de los pasadizos alcanza su máximo esplendor al mentar el supuesto túnel que cruzaba el río Guadalope por debajo de su cauce para salir a la iglesia de Santo Domingo (antiguamente dedicada a la advocación de Santa Lucía). No fueron pocas las personas con las que me entrevisté en esos dos años de investigación que me aseguraron saber dónde se encontraba y que incluso, algunos de ellos mismos me decían haber cruzado a través de él.

Según la historia popular que circula de generación en generación en Alcañiz, ésta debería ser la zona del cauce del Guadalope bajo la cual se ubicaría el legendario pasadizo sumergido:





Personalmente, he de decir que yo también creo en esta posibilidad. En que exista dicho pasadizo por debajo del cauce del Guadalope, digo. Aunque hay que matizarlo, claro.

Técnicamente, hubiera sido posible a lo largo de los siglos XIV, XV o incluso XVI horadar un túnel o pasadizo bajo el cauce del Guadalope a la altura de Alcañiz. Hay que tener en cuenta que el convento y la actual iglesia de Santo Domingo se empezaron a construir a finales del año 1397 con la llegada de los primeros frailes dominicos. El lecho rocoso por donde discurren las aguas del río a la altura de la ciudad lo permite y los esfuerzos humanos y materiales que implicaría construir una infraestructura de ese tipo podrían haberse solventado a base de jornales o de trabajo no remunerado.

Ahora bien, una obra de esta magnitud, que hasta donde yo sé no se ha encontrado en ninguna otra parte del mundo, debería haber hecho frente a posibles problemas de infiltración a través de la porosidad de la piedra caliza, así como a los problemas derivados de las cíclicas crecidas del Guadalope, que podrían haber desestabilizado su estructura, si no en su vano central, sí posiblemente en ambas orillas.

Y es que una leyenda tan jugosa y de tal calibre produce al mismo tiempo que el corazón se apasione ante la mínima posibilidad de certeza como que el cerebro frene sus expectativas forzado por el sentido común.

Si aceptamos la posibilidad de su existencia, deberíamos preguntarnos también cuál hubiese sido su finalidad, el objetivo último por el que se destinarían tantísimos esfuerzos a una obra de semejante envergadura. ¿Huida en caso de asedio? ¿Abastecimiento en caso de posible sitiaje? Es posible. Ambas son dos razones de fuerza mayor que hubiesen provocado que se decidiese la inversión que supondría su construcción en el pasado.

Ahora bien, ¿por qué hacerlo salir al convento o a la iglesia de Santo Domingo? ¿Por qué no trazar su salida hacia otros lugares digamos más "discretos" que la casa de una orden religiosa abierta a feligreses, religiosos o al público en general? En mi opinión, es ilógico pensar que, de existir, ese supuesto pasadizo llegase hasta allí.

Unas interesantes fotografías que me ha hecho llegar el amigo alcañizano Fernando Navarro de la iglesia -antes de su reforma-, y del desaparecido convento de Santo Domingo:






El descubrimiento de su entrada en el interior del templo o en el del convento por parte de un hipotético invasor a las puertas de la ciudad habría puesto en grave riesgo tanto las defensas del castillo como las de la villa, que ya entonces se encontraba protegidas por gruesas y altas murallas de las que aún se conservan magníficos exponentes.

Una imagen de los torreones defensivos rehabilitados en el Muro de Santiago:




Y ahora un plano del desarrollo de Alcañiz en el siglo XVI, según el arquitecto Ramón Betrán Abadía.




A todo esto hay que añadir que en las excavaciones arqueológicas de la iglesia de Santo Domingo para rehabilitarla en el actual Atrivm, no apareció "ni rastro" de ese supuesto pasadizo, tal y como me confirmó el arqueólogo alcañizano José Antonio Benavente, que dirigió las mismas en el año 2004.
En cuanto al convento, quizás fuera posible que pudiese haber albergado esa supuesta entrada o salida al pasadizo sumergido, pero no hay noticias de que apareciese nada cuando fue derruido a finales del siglo XX para construir un bloque de pisos en su lugar.


Así las cosas, a pesar de contar con que seguir la pista a ese supuesto pasadizo sumergido era prácticamente misión imposible, decidí apurar todas las posibilidades al máximo, por remotas que estas fuesen.


Anexo al anterior edificio de la calle Mayor y con entrada por la calle Panfranco se encuentra otra casa solariega que albergó en tiempos las oficinas de RENFE en Alcañiz. Su propietario es Julio Mulet, hermano de Juan. Tras pedirle permiso, gentilmente accedió a que el 15 de mayo de 2010 pudiese acceder al interior a investigar varias informaciones que me habían hecho llegar acerca de que quizás pudiese tener algún tipo de conexión con la famosa red de pasadizos de la ciudad.





Actualmente en él viven algunas personas inmigrantes que desconocían la historia del edificio, por lo que no me sirvieron de gran ayuda, pero una vez dentro del local, se encuentra un acceso a la antigua bodega de la vivienda. Mi compañero en La COMARCA Iván Molina también me acompañó ese día y descendimos por una especie de apertura que había en el suelo. Una vez dentro, pudimos comprobar que desde hacía años aquel lugar se encontraba totalmente abandonado.






Como se observa en las imágenes, en la bodega habían sido arrojados los escombros de alguna reforma anterior, y parte de su techumbre había sido modificada utilizando bovedillas prefabricadas de hormigón y vigas metálicas.

Sin embargo, esta bodega albergaba una interesante sorpresa. En un rincón casi escondido, bajando un tramo de escaleras repletas de escombros, se encontraba otra apertura hacia un espacio más profundo.




Cuando accedimos a ella esto fue lo que encontramos:





En el lugar goteaba agua constantemente del techo, posiblemente debido a alguna fuga de las tuberías de la calle Panfranco, pero ésta había formado un regachuelo que tenía salida por una pequeña puerta metálica que la humedad había corroído y de la que sólo quedaba en pie el marco. Al acceder a su interior encontramos esta especie de pila construida en piedra que se encontraba repleta de agua:





Unas imágenes con más detalle de ese interesante espacio:








La pila estaba dividida en tres espacios y una serie de tuberías en mal estado colgaban a un lado, lo que daba a pensar que hubiese podido ser un antiguo pozo del que se extraía agua. Sin embargo, a pesar de la extrema claridad del agua, yo no pude apreciar su profundidad con detalle, aunque estoy seguro de que superaba el metro.

La impresión que me dio entonces es que aquel aljibe o túnel continuaba un poco más profundamente en dirección perpendicular al Muro de Santiago, es decir, por debajo de la carretera N-232. Su profundidad con respecto al nivel de la calle era de al menos cinco metros.

Esto ocurrió en el mes de mayo de 2010, cuando no apetecía demasiado meterse al agua. Durante el verano siguiente, no se presentó la oportunidad y no pude ir a bucear allí para intentar averiguar algo más.

Ojalá en un futuro alguien pueda introducirse en él y seguir investigando con más medios, porque bien pudiese albergar este espacio buena parte de las pistas que salpicaron en otros tiempos la creación de esa 'leyenda' de que un tramo de los pasadizos de Alcañiz pasaba bajo el cauce del Guadalope hasta salir a la iglesia de Santo Domingo.


Continuamos. La búsqueda de ese famoso ramal de los pasadizos alcañizanos me llevó esta vez hasta el número 51 de la calle Trinidad, que como hemos señalado anteriormente formaba parte de la antigua judería de Alcañiz que se ubicaba en el barrio de Santiago. El citado edificio se sitúa haciendo esquina entre dicha calle y el Muro de Santa María, por lo que técnicamente había posibilidades de que bajo él pudiese encontrarse alguna pista más sobre este mítico pasadizo sumergido del que hablaban las leyendas.

Actualmente, pese a que el edificio ha sido restaurado en los últimos años con bastante acierto en las plantas superiores, sus bodegas siguen conservándose intactas.





Tras pedirle permiso a la hija del propietario, con el que intenté hablar varias veces sin conseguirlo, el 30 de mayo de 2010 entre en ellas a través de unas escaleras que daban directamente a la calle.








Como se observa en las imágenes, la bodega está parcialmente excavada en la roca madre y posteriormente fue reforzada con sillares de piedra tallada, realizándose la techumbre con una bóveda de sillería.

Tras descender el tramo de peldaños se llega a una amplia sala presidida por un pilar de sillares en el que convergen los dos tramos de bóveda que refuerzan el techo superior.




A un lado de la sala se encuentra lo que parece una antigua fuente, con una pila en su parte inferior, que posiblemente hubiese servido también de abrevadero para animales en la antigüedad.










Pasando bajo los dos arcos la estancia es todavía más amplia. Aunque en aquella época estaba inundada de agua hasta una altura de unos 20 centímetros, decidí mojarme un poco para documentar el espacio:






Como se observa en las imágenes, a un lado de esta sala inundada se abría un acceso a otra estancia:




Cuando accedí por él, esto fue lo que encontré:





Tras unos cinco metros de pasadizo, totalmente excavado en la roca, el túnel desembocaba en una sala bastante amplia de forma semicircular:





Unas imágenes de la sala, que como ven, estaba totalmente excavada en la roca:








Posiblemente se tratase de una más de las numerosas bodegas que existen en el subsuelo alcañizano, con la particularidad que ésta se encontraba excavada debajo del muro de Santa María y que el tráfico de la carretera Nacional 232 discurría al menos dos metros por encima totalmente ajeno a su existencia.

Aparentemente, el recorrido subterráneo terminaba allí. Pero cuando eché vista de nuevo al pasadizo por el que había accedido pude ver que escondía algún que otro secreto:




Si se fijan con atención, en el agua, bajo una canal de plástico que se extendía en el pasillo, se encontraba un amplio hueco en el suelo.

Una imagen con algo más de detalle del mismo:




Cuando estuve allí, yo no pude ver si se trataba de algún receptáculo excavado en el suelo o si a través de él se podía acceder a una estancia inferior. Sin embargo, tengo razones suficientes para decantarme más por esta última posibilidad, es decir, que mediante algún tipo de escalera, el pasadizo estuviese conectado con otra sala que se encontrase a todavía más profundidad.

De ser cierta esta última posibilidad, nos encontraríamos en uno de los lugares que pudiese albergar algún tipo de pista sobre el mítico pasadizo sumergido del Guadalope, o con alguno de los torreones medievales que se alzan justo enfrente. La profundidad a que se encontraba -más de tres metros sobre el nivel de la calle-, y el lecho totalmente rocoso donde estaba excavado, permiten elucubrar y darle cierto sentido a esta teoría.

Tampoco pude averiguar cuál era la procedencia del agua que se acumulaba permanentemente en el espacio. Me decanto por pensar que pudiese proceder de alguna fuga de las conducciones en mal estado que se extienden bajo la carretera Nacional 232 o Muro de Santa María, ya que el cauce por donde discurren las aguas del Guadalope se encuentra a mayor profundidad.

Quizás una exploración subacuática de este espacio, si permanece todavía inundado, o una investigación con más detalle a través de personas que conociesen la historia de la bodega pueda aportar más datos a este interesantísimo espacio subterráneo de Alcañiz.


Regresamos de nuevo a la calle Mayor. Entrando por esta vía desde el Muro de Santiago, en el número 43, se encuentra la denominada hasta hace relativamente poco tiempo como 'Casa Julve'. Actualmente el edificio se hace llamar 'Liceo. Centro de Artes Escénicas', recuperando para el siglo XXI el nombre que tuvo una asociación que durante el siglo XIX luchó para poner en pie el actual teatro municipal
alcañizano. En él se desarrollan todo tipo de actividades culturales y alberga la Escuela Municipal de Música y Danza, que con 350 alumnos es una de las más importantes de Aragón.

El edificio abrió sus puertas en octubre de 2010, un año y medio con retraso debido a diversos problemas, y en él se invirtieron más de 2,3 millones de euros a lo largo de los más de tres años que duraron las obras.

Esta es una imagen reciente de la fachada principal de este magnífico edificio (Magén Arquitectos).



Y esta otra de cómo se encontraba antes de su rehabilitación:




El edificio se reformó en su totalidad, respetando únicamente la fachada, como veremos a continuación.

Así era antes la escalera principal de la casa:




Y así es la nueva escalera tras su "reinterpretación":





Bien, pues unos años de que comenzasen las obras, en junio de 2004, la historiadora del Arte Teresa Thomson y el arqueólogo José Antonio Benavente elaboraron un estudio histórico sobre el edificio a petición del Ayuntamiento de aquella época. En el extenso informe se daba buena cuenta del estado en que se encontraba el inmueble y su historia a lo largo de los últimos siglos.

En el apartado que hacía referencia a nuestra investigación en la búsqueda de posibles conexiones del edificio con la supuesta red de pasadizos de Alcañiz se decía lo siguiente: "De la bodega parte un caño o pasadizo en dirección a la C/ Mayor que en la actualidad está totalmente cubierto de escombro. Sería interesante desescombrarlo e intentar recuperar su aspecto original dentro de la línea de recuperación de pasadizos de Alcañiz".


He aquí unas imágenes -cortesía de mi amigo el fotógrafo alcañizano Paco Climent- sobre el estado de la bodega del edificio antes de su reforma así como de ese pasadizo que partía en dirección perpendicular a la calle Mayor:





Como se observa, tras el delgado tabique que recubría la bodega de la Casa Julve se encontraba un acceso a un pasadizo o caño que iba en dirección a la calle Mayor. Según el informe se encontraba repleto de escombros y no se realizó una limpieza para averiguar hasta dónde se dirigía.

Personalmente, tengo serias dudas de que continuase mucho más de lo que se ve a simple vista debido a que la bodega estaba a escasa profundidad con respecto al nivel de la calle.

Hasta donde yo sé tras entrevistar a varias personas, esa entrada se cegó al encofrar totalmente la bodega para reforzar el conjunto del edificio durante las obras de rehabilitación. Sin embargo, es muy posible que el pasadizo continúe estando ahí. Durante las obras de reforma de la calle no fue detectado debido a la escasa profundidad de la zanja que se realizó en esa parte de la acera.

El arqueólogo José Antonio Benavente también se pronunció en este sentido: "La bodega estaba totalmente reformada con pilares de ladrillo y vigas de hierro para sujetar el forjado de la planta baja donde estaba la antigua ferretería. Esta bodega fue totalmente reformada y utilizada como almacén de la ferretería Julve en el siglo XX, y ocupaba solo la mitad derecha del edificio (visto desde la c/ Mayor) constituyendo una planta semisótano (no subterránea) ya que para su construcción el suelo se excavó parcialmente aprovechando el desnivel de la calle. Desde el punto de vista arqueológico o histórico, en mi opinión, no tenía especial interés. Con respecto al caño o pasadizo que estaba cubierto de escombro y que iba en dirección a la calle Mayor, debe conservarse intacto bajo la acera de la calle frente al edificio ya que en el transcurso de las obras de reforma de la C/ Mayor no se detectó, en la profundidad excavada, ninguna estructura subterránea en esa zona".


Quizás una exploración futura de este espacio, sabiendo de su ubicación, pueda aportar más información y ayude a desentrañar parte de la leyenda de los pasadizos alcañizanos.



Capítulo 5: las "catacumbas" de Alcañiz


Buscando pistas sobre esta fantástica historia del pasadizo sumergido bajo el Guadalope llegué en otra ocasión hasta otro edificio de la calle Mayor. Es el número 48 y en él invertí gran parte de mis esfuerzos en esos dos años durante la investigación.


El edificio es una preciosa y enorme casa solariega de tres pisos que se ubica subiendo por la calle a mano izquierda. Al menos cuatro familias viven en él desde hace décadas. Sin embargo, es la octogenaria Isabel Cester la propietaria del espacio que juzgué más interesante para la investigación sobre los pasadizos: sus bodegas.



El espacio subterráneo está dividido en varias estancias.

Tras acceder por el patio, unas escaleras a mano izquierda dan acceso a una primera bodega. Es de escasa altura, apenas 1,70 metros, y el techo es de hormigón. Justo encima se encuentra un garaje que da directamente a la calle Mayor. También se encuentra debajo de un búnker, utilizado durante la Guerra Civil española, que posee dos salidas: una directamente al patio principal de la casa y otra a la zona donde antiguamente se ubicaban los establos.


Bajando por una nueva escalera que parte de ahí se accede a otras estancias subterráneas: una amplia bodega de unos cuatro metros de altura construida con sillares y bóveda de mampostería de ladrillos, y otra pequeña bodega anexa a la anterior.



Bajando de nuevo por esas escaleras se accede a otra bodega en forma de túnel. Como poco se encuentra a cinco metros por debajo del nivel de la calle y del patio de la vivienda. Se trata de un espacio escavado en el conglomerado de gravas y margas que conforma la terraza fluvial donde se asienta la calle Mayor y los barrios de Santiago, Mazador y Almudines.





Posteriormente –posiblemente alrededor del siglo XVIII- fue revestida de ladrillo cocido y sillares de piedra para prevenir posibles derrumbes. Tiene 11 arcadas abovedadas, seis a mano derecha, cuatro a la izquierda y una al fondo, conformando uno de los subterráneos más originales del Alcañiz subterráneo que le hace asemejarse a las catacumbas.

Así estaba este espacio el 10 de febrero de 2010 cuando me lo mostró por primera vez su propietaria, Isabel Cester:





En algunas partes la bodega también albergaba unas extrañas marcas o inscripciones que no conseguí descifrar. Parecían como trazadas con carboncillo o madera quemada. El símbolo de la cruz y de algunos números hacían pensar que no eran unos simples grafitis trazados por chiquillos.





Tras una primera curva a mano derecha, el túnel - bodega encara unos seis metros totalmente rectos en perpendicular a la calle Mayor y la fachada del edificio. Su final se sitúa cinco metros fuera del recinto de la vivienda, justo en medio de la calle Mayor.

La primera vez que entré en ella este es el aspecto que tenía en su parte final:







Como se observa, estaba prácticamente colmatada de gravas y apenas quedaba medio metro hasta el techo. Según me explicó su propietaria, Isabel Cester, a quien tengo que agradecer la paciencia y atención que ha tenido siempre durante estos últimos meses, la bodega se inundó en a finales del año 2007 al romperse una tubería que discurre por el centro de la calle Mayor. 


Bien, pues durante ese reventón el agua debió arrancar parte de la cúpula de ladrillos del techo de la bodega y arrastró numerosas gravas a su interior, como se observa en las imágenes.


A lo largo de los años 2007 y 2008, no fueron pocas las ocasiones en que tanto Isabel Cester como la Asociación de las Aljamas insistieron al Ayuntamiento de Alcañiz para que retirase esas gravas, tal y como era su responsabilidad subsidiaria.



Unas copias de las instancias presentadas ante el Ayuntamiento de Alcañiz:






















Absolutamente nada de lo solicitado por estos vecinos se hizo por parte del Consistorio alcañizano al respecto. Durante los más de doce meses en que la calle Mayor estuvo en obras, yo también insistí ante no pocos políticos y técnicos del Ayuntamiento alcañizano para que se aprovechasen ese momento para limpiar la bodega, pero el resultado fue el mismo.



Así las cosas, había que actuar. Y es que había buenas razones para seguir investigando en esa bodega. Tanto Isabel Cester (84 años), como Fernando Navarro Abizanda, otro buen amigo de Alcañiz, me aseguraron que al final de ese túnel existía una pared de cemento que se tabicó a finales de los años 50 que comunicaba con la red de pasadizos de Alcañiz.





Según Navarro, en 1957, cuando él tenía alrededor de unos 12 años, accedían desde la iglesia de Santo Domingo a esta bodega cruzando el río Guadalope por debajo.

En la iglesia de Santo Domingo existía en aquella época un taller mecánico de la familia Bajador en su interior y junto a la entrada había una especie de rampa o escaleras que daba acceso al túnel.

Este era el aspecto, a mediados de los años 90, gracias a unas fotos que me ha hecho llegar el fotógrafo alcañizano Fernando Navarro, del interior de la iglesia de Santo Domingo antes de su rehabilitación en el actual 'Atrivm':




Navarro me comentó que, en su niñez, junto a sus compañeros Jesús Bajador (hijo del dueño del taller), Enrique Vilchez, Miguel Ángel Remón y Paco Calpe, cruzaron a través de él por debajo del Guadalope a la luz de unas velas. Recuerda que el túnel era de piedra, construida en grandes bloques, y que en ocasiones caían algunas gotas de agua del techo. Al final del trayecto salían a través de la bodega del número 48 de la calle Mayor.


Sin embargo, por lo visto, el padre de Bajador y dueño del taller debió de enterarse de esta incursión subterránea de los chiquillos y decidieron tapiar ambas entradas en 1957, es decir, la del número 48 de la calle Mayor y la del taller que se ubicaba en el interior de la iglesia de Santo Domingo, donde posteriormente según me dijeron varias fuentes también se vertió hormigón debido a un hundimiento en el piso.


Durante las obras de rehabilitación del templo entre 1997 y 2003 se encontraron numerosos enterramientos humanos en algunas de sus criptas y varios hallazgos arqueológicos como estelas y lápidas funerarias, fragmentos de su antiguo retablo barroco, o un buen número de piezas cerámicas.




Sin embargo, no aparecía ni rastro de esa supuesta entrada al famoso pasadizo que discurría por debajo del cauce del Guadalope. Si alguna vez había existido, o se encontraba bajo toneladas de hormigón o de escombros o se encontraba en otro lugar cercano como el antiguo convento, que se destruyó a finales de siglo para construir un bloque de pisos.


Esta es una imagen del mismo a principios del siglo XX procedente del Archivo Mas:




Una antigua descripción de este convento de Santo Domingo indica que "tenía 120 palmos de largo en cada uno de sus cuatro lienzos y una anchura de 22 palmos, con siete arcos mayores subdivididos por otras tantas columnas y con bóvedas de artesonado con florones. En el centro del claustro existía un gran aljibe con una capacidad de 5.000 cántaros alimentado por los canales de la acequia. Tuvo hasta 19 amplias celdas, todas iguales, cada una con su propia alcoba, sala de estudio y alacena así como una casa de novicios con sus celdas, oratorio, cocina y huerto propios. Otros edificios importantes fueron el reflectorio, la biblioteca ("con muchos y muy buenos libros en sus estantes"), y la capilla de la Virgen del Rosario, muy apreciada por los alcañizanos".

Del supuesto pasadizo que arrancaba de sus entrañas nada se dice, pero obviamente, tampoco era una cosa como para ir dándole publicidad si lo que se quería conseguir era una entrada secreta a la ciudad.
Además de las tareas propiamente religiosas, el convento de los Dominicos de Alcañiz se convirtió desde el siglo XV en un centro en el que, según el erudito alcañizano E. J. Taboada: "Los frailes cultivaron todas las ramas del saber humano: Con igual aptitud fomentaban industrias agrícolas, que mantenían discusiones científicas. En él se formaron eruditos aragoneses como Gómez Miedes, Juan Sobrarias, Jerónimo Ardid, Domingo Andrés, Alonso Gutiérrez, Fray Tomás Ramón, Pedro Juan Zapater y muchos otros.

En la Guerra de la Independencia, la iglesia y convento de Santo Domingo fueron objeto, como el resto de las iglesias de Alcañiz, de un despiadado expolio y destrucción. El convento fue abandonado desde enero de 1809 a 1816, fecha en la que regresaron algunos religiosos dominicos. Poco tiempo duró el proceso de recuperación del ruinoso edificio pues en 1836 tuvo lugar la exclaustración y abandono definitivo del mismo, pasando tras su venta, a manos del Ayuntamiento, que lo utilizó poco después como lonja y mercado de granos.

Durante el siglo XIX y buena parte del XX la antigua iglesia de Santo Domingo pasó a manos privadas, convirtiéndose en cuadra, cochera, posada, estación de autobuses, garaje o taller de reparación de vehículos. No fue hasta 1989 cuando el templo pasó a ser propiedad nuevamente del Ayuntamiento de Alcañiz, que en 1997 inició las obras de rehabilitación para ubicar en él el actual 'Atrivm. Espacio de Historia'.





Así las cosas, y ante la imposibilidad de realizar prospecciones en la antigua iglesia, sólo quedaba la posibilidad de investigar en esa bodega del número 48 tentando a la suerte para que detrás de esas toneladas de gravas que ocupaban el espacio se encontrase esa pared y tras ella el acceso al pasadizo del Guadalope.


En mi opinión, dando por cierta la versión y recuerdos de Navarro, y debido a la profundidad a la que estaba situada la bodega –que no estaba siendo afectada por las obras de la calle Mayor- sería posible que esa entrada siguiese estando ahí, a pesar de haber transcurrido más de medio siglo.


Visto el nulo caso que prestaba el Ayuntamiento a las solicitudes decidí empezar a limpiarla por mi cuenta.

Sería largo de contar aquí los días que estuvimos desescombrando ese espacio. Por resumir un poco: comenzamos a mediados de junio de 2010 y no fue hasta mayo de 2011 cuando quedó totalmente despejado.

A lo largo de prácticamente ese año, durante los fines de semana, y con ayuda de algunos amigos como Carlos Manrique, mi padre, mi hermano o mi tío, pudimos sacar mediante pequeños sacos de plástico las más de 10 toneladas de gravas que se habían acumulado.








Los sacos los acumulábamos en una de las bodegas cercanas y posteriormente los subíamos hasta el patio de la casa para llevarlos hasta la escombrera ya que se acumuló tal cantidad que hacía imposible trabajar con un poco de holgura.














La idea original era, una vez que estuviese limpia de escombros, reconstruir la bóveda dañada desde su interior para llegar a ese supuesto acceso al pasadizo.




Para ello preparamos unas chapas metálicas con la forma y el ángulo de la bóveda construida en ladrillo. Estas chapas debían de correr por debajo de la bóveda y sujetar el peso de las gravas que se escapaban tras el reventón y que originaban un claro peligro de derrumbe debido a su escasa compactación de la tierra en las reparaciones anteriores efectuadas desde la calle Mayor.

Mi compadre Nicolás Moreno, el mejor herrero de Fuentes de Ebro (Zaragoza), se encargó de prepararla:






Tras la limpieza de gravas de la bodega, levantaríamos unos muros de hormigón en cada lateral que sujetarían estas chapas y que posibilitarían acceder al interior.

La primera de estas chapas, de 70 cm de profundidad, fue colocada a base de golpes de maza como si se tratase de una cuña. Tras no pocos esfuerzos, conseguimos meterla hasta la profundidad adecuada.









Sin embargo, vimos que no era suficientemente larga. Las gravas del techo seguían sin estar compactadas y la bóveda de ladrillo seguía sin aparecer, por lo que fue necesario introducir otra chapa más y colocarla a continuación. Esta segunda chapa tenía un metro de profundidad, y juntas sumaban 1,70 metros, que juzgamos suficiente en ese momento para conseguir llegar hasta esa supuesta pared que cerraba el acceso al pasadizo.






Debido a las dificultades y esfuerzos con que había sido colocada la primera chapa, decidí improvisar un sistema que facilitase el trabajo.

Cruzando una traviesa de madera entre dos pilares de piedra, colocamos dos gatos hidráulicos en posición horizontal para que presionasen la chapa y la hiciesen correr entre la grava. Uno de los gatos me lo dejó mi padre y el otro me lo facilitó mi amigo Antonio Aznar, a quien tengo que agradecer su apoyo y paciencia durante todo este tiempo.

Aquí tienen un video que grabé a mediados de abril de 2011 en el que se muestra el aspecto general de las bodegas del número 48 y las tareas de limpieza del espacio en la búsqueda del pasadizo:






Y aquí un aspecto general del "artilugio" que improvisamos para hacer correr las chapas hasta el interior:




Y otra en detalle de la forma en que trabajaban los gatos hidráulicos:




Muy lentamente, debido al extremo cuidado que había que tener con las presiones de los gatos hidráulicos, la segunda chapa fue entrando hasta su posición final.



Una vez ubicadas correctamente por debajo de la bóveda de ladrillo procedimos a levantar los dos muretes de hormigón a cada lado que las sustentarían.







A pesar de los avances, los problemas no dejaban de surgir. Aparte de la constante humedad del reducido espacio, consecuencia de la evapotranspiración nuestra y de las gravas, al limpiar la bodega buscando el suelo original comenzó a surgir agua por uno de los arcos. Ésta procedía de la parte superior de la calle Mayor. Posiblemente se trataba de misma infiltración en la piedra caliza, tal y como se acumulaba en el manantial de la casa Maynar como vimos anteriormente, y que a través de vetas buscaba su salida hacia el cauce del Guadalope.

A pesar de que intentamos sacarla mediante cubos, a los escasos minutos volvía a acumularse, manteniéndose hasta un nivel constante, por lo que decidimos colocar sobre el agua una especie de plataforma de madera que permitiese trabajar “en seco” en ese espacio.



Los meses pasaban y después de colocar las chapas metálicas y levantar los muros de hormigón de sujeción, la supuesta pared tapiada y la entrada al pasadizo seguía sin aparecer, lo que era descorazonador. Tantas horas de esfuerzo invertidas estaban resultando en balde.



Como se observa en la fotografía, las capas de gravas y margas se mezclaban con una de arena de sílice justo en la parte central. La impresión general que daba es que difícilmente la erosión había provocado esa estructura geológica. Posiblemente en uno de los reventones de años anteriores se arrojó arena desde el centro de la calle durante la reparación para rellenar el hueco y posteriormente más grava.

Introdujimos una varilla de casi dos metros de longitud en esa capa de arena con la intención de detectar algún hueco o estructura de piedra y el resultado fue negativo.


Sin embargo una cosa me hacía albergar esperanzas de que esa entrada al pasadizo verdaderamente estuviese detrás de toda esa grava. Y es que en el suelo del túnel habíamos encontrado buro, es decir, una especie de arcilla que una vez apisonada resiste muy bien el paso del tiempo. En mi opinión, cuando se construyó esa bodega se recubrió el suelo con ella para incrementar su limpieza y su impermeabilidad. Aparecía en la zona donde limpiamos y reconstruimos la bóveda y seguía hacia más adentro, lo que daba a entender que anteriormente ese túnel continuaba antes de que se hubiesen producido los derrumbes por las roturas de agua.

Con mi marcha de Alcañiz, a finales de junio de 2011, el espacio quedó ahí. Limpio eso sí, pero esperando quizás algún día a que alguien retome la labor y pueda continuar la búsqueda de esa supuesta entrada al famoso pasadizo, si es que realmente existe.

Capítulo 6: con el agua al cuello.

Vamos a regresar de nuevo al reportaje de mi querida colega del Diario de Teruel Maribel Sancho Timoneda. En él ya se apuntaba que en el transcurso de las obras durante los años 1999 y 2000 se había descubierto "un tramo de pasadizos que, partiendo del Palacio de Justicia de Alcañiz, antiguo convento de los monjes carmelitas, y cruza la iglesia del Carmen en una dirección incierta. Pero lo más interesante quizá de este descubrimiento, según apunta el arqueólogo director de las obras, José Antonio Benavente, es que este pasadizo conecta con la acequia nueva, una obra del siglo XVI, de 12 kilómetros, que atraviesa la ciudad paralela a la Avenida de Aragón y que supone "una nueva posibilidad de comunicación, porque transcurre de Sur a Norte por todo el casco de Alcañiz".

Una imagen del cauce del río Guadalope a su paso por Alcañiz en la que se divisa al fondo la reconocible silueta del castillo calatravo:




Como ya se apunta en el artículo, coincido en la hipótesis de que, de haber existido realmente esa red de pasadizos subterráneos en el pasado, sería lógico pensar que la acequia nueva, que realmente es una obra del siglo XII o XIII, hubiese tenido un doble uso. Es decir: aparte de haber sido utilizada para el riego de toda la huerta que hasta hace escasas décadas circundaba a Alcañiz por el norte, podía haber sido utilizada en determinados momentos como una forma de comunicación subterránea entre distintas zonas de la ciudad.

La acequia nueva, una obra monumental que todavía hoy en día sigue siendo útil a los alcañizanos, debió de suponer en aquella época un auténtico alarde constructivo, de ingenio, y de desembolso económico para la sociedad bajoaragonesa.

Tras nacer en un azud de piedra situado en el río Guadalope a kilómetro y medio aguas arriba de Castelserás, riega toda la margen derecha del río y penetra en Alcañiz paralelo a la carretera de Castelserás. A partir de ahí toda ella transcurre subterráneamente por la ciudad hasta desembocar en la partida "Santa María" tras haber recorrido unos 12 kilómetros. Según las Ordenanzas de la Comunidad de Herederos Regantes de la Ciudad de Alcañiz de 1972 tiene asignados aproximadamente un caudal de unos 2 metros cúbicos por segundo, aunque hoy posiblemente debido a la pérdida de esas huertas para construir el barrio de Viveros disponga de bastante menos caudal.

En mi opinión, pocas ciudades en España disponen de un sistema hidráulico tan antiguo y monumental como el que dispuso Alcañiz en el pasado y sigue conservando en la actualidad, por lo que es bastante razonable suponer que los antiguos hubiesen podido utilizar ese cauce subterráneo que discurría a lo largo y ancho de la ciudad para comunicarse entre algunas partes de la misma.

Así pues este canal hidráulico tendría una función claramente definida de suministro de agua a las sedientas tierras del valle del Guadalope y otra digamos "comunicativa" que pudiese utilizarse cuando fuese necesario. De hecho, como veremos posteriormente, dos iglesias están construidas bajo el cauce de esta acequia: la iglesia de San Francisco y la iglesia del Carmen.

Pero vayamos por partes. Como ya hemos apuntado, la acequia nueva nace en un azud situado en el cauce del Guadalope a poco más de un kilómetro aguas arriba de Castelserás.

Una imagen de la misma (Fuente: Panoramio):




Posteriormente discurre por la margen derecha regando pequeñas huertas antes de entrar en Alcañiz.

Hoy en día, en gran parte de aquella zona, está canalizada mediante tubos prefabricados de hormigón, pero antiguamente discurría, a tramos abiertos al aire libre y a tramos subterránea para salvar los desniveles y terrazas fluviales del valle.





El fotógrafo alcañizano Paco Climent tomó estas imágenes en el año 2006 cuando se instaló la nueva canalización para evitar fugas y filtraciones, que como se observa discurre paralela a la antigua:




Como se observa en la fotografía, el antiguo canal era una impresionante construcción construida con bóveda de sillería. En algunas zonas del valle del Guadalope todavía hoy es posible ver esta antigua obra hidráulica abandonada.


Y ahora unas imágenes del interior del antiguo canal, también gracias a la cortesía de Paco Climent:


 


Así las cosas, si queríamos investigar en la búsqueda de los pasadizos alcañizanos las posibles conexiones de esta acequia con otras parte de la ciudad había que entrar en ella y recorrerla. Y a ello nos pusimos.

Tras intentar sin éxito que la Comunidad de Regantes me dejase las llaves de las puertas de algunos de los accesos que hay por algunas zonas de Alcañiz, decidí improvisar un plan B y entrar por su comienzo subterráneo, junto a la carretera de Castelserás.

Unas imágenes del arranque de la acequia nueva antes de introducirse en el casco urbano de Alcañiz:









Como se observa en las fotografías, esta canalización, que discurre ahí bajo un bloque de pisos relativamente modernos, está fabricada en hormigón. Sin embargo, a escasos metros de ahí conserva parte de su antiguo aspecto, como veremos a continuación.

Unas fotografías tomadas a lo largo de 2010 y 2011 en algunas de las incursiones subterráneas que hice a la acequia nueva de Alcañiz, algunas con agua y otras en las que hubo suerte y estaba cortada.










Después de seguir el cauce alrededor de 200 metros y cruzar la carretera N-232 por debajo, la acequia llega a la altura de la iglesia de San Francisco.

A lo largo de todo ese recorrido la acequia fue excavada en el enorme bloque de roca arenisca en el que se asienta gran parte de Alcañiz. Donde fue necesario se colocaron grandes sillares de piedra a los lados y se construyó una bóveda de medio cañón que se conserva todavía en bastante buen estado. En otros lugares ésta fue sustituida por vigas de hormigón o incluso hierro, que han soportado peor el paso del tiempo y de la constante humedad.

A la altura de la iglesia de San Francisco, según mis cálculos, el cauce de la acequia discurre al menos cuatro metros por debajo del nivel de la calle.

Lo que encontramos en ese lugar y más adelante supusieron algunas de los más gratas sorpresas que la búsqueda de los pasadizos alcañizanos nos deparó durante todo ese tiempo.

Pero antes, una fotografía de cómo era toda esa zona a comienzos del siglo XX antes de que se cubriese la acequia:





Y otra hacia el año 1919 con algo más de detalle de la embocadura de la acequia, que en ese tiempo se encontraba al descubierto junto a los árboles que se observan en la fotografía superior.





En esta imagen todavía se observa mejor la embocadura de la acequia, que es lo que verdaderamente nos interesa en el transcurso de nuestra investigación:




Hasta la embocadura, la zona sufrió profundos cambios urbanísticos a lo largo del siglo XX. Se construyeron bloques de edificios y la acequia fue cubierta y canalizada con hormigón. Se amplió la calzada de la actual carretera N-232. A ambos lados de la carretera de Castelserás también se edificó. A un lado un parking, y al otro una manzana de viviendas.

Esta es una vista actual de toda esa zona obtenida a través de Google Maps:






Como ven, la zona ha sufrido importantes cambios urbanísticos en su superficie. Sin embargo, subterráneamente, a partir de la antigua embocadura de la acequia, apenas se produjeron modificaciones reseñables. De hecho, cuando entré en ella durante los veranos de 2010 y 2011 permanecía como en el pasado.

Unas imágenes de la acequia subterránea sobre la que se construyeron los edificios:








Una decena de metros a partir de ahí la acequia pasa por debajo de la carretera N-232. Ese tramo subterráneo se construyó con una bóveda de sillares de piedra, como se observaba en las imágenes antiguas en blanco y negro. En la actualidad sigue igual y permanece en bastante buen estado.


Una fotografía de la embocadura de la acequia nueva tras salvar el paso de la carretera N-232:




La primera vez que entré allí quedé asombrado de lo que pude ver.

Unas imágenes con más perspectiva del lugar:









Como ven, en el siglo XII -época en que fue construida y trazada la acequia nueva-, aprovecharon una cavidad subterránea existente para conducirla en su trazado urbano. Esta cueva se ubica en su mayor parte bajo la iglesia de San Francisco y según mis cálculos en su zona más alta hay unos cuatro metros de altura desde el agua hasta el nivel de la superficie.





Se trata de una cavidad muy amplia, de unos 15 metros de longitud por unos 6 metros de anchura en algunas zonas. En toda la extensión del techo se han formado pequeñas estalactitas de carbonato cálcico procedente de la infiltración de agua y también hay una interesante colonia urbana de varios centenares de murciélagos:




Si observan en las anteriores fotografías, verán un foco de luz y un cable colocado en una apertura de sillares que daba a un pasadizo que conectaba con la acequia. Bien, pues según el alcañizano José Vicente Garín, estos puntos de luz se colocaron alrededor de los años 1978-1979, cuando en Alcañiz se disputaba su mítica carrera automovilística en el circuito urbano. Según me explicó, la organización del Circuito Guadalope, presidida entonces por José Ollés, intentó crear un pasaje por debajo de la carretera N-232 (por la que transcurría la carrera deportiva) para que la gente pudiese acceder en caso de necesidad hasta el Hospital comarcal sin atravesar la calzada. Según Garín, que trabajó en estos preparativos como voluntario junto a José Antonio Romero "Navajetas", el pasaje no se llegó a utilizar nunca a pesar de concluirse toda la instalación eléctrica y que se cortase el agua de la acequia, pero los focos ahí se quedaron.







La primera vez que entré allí me centré en investigar esa extraña apertura construida con sillares de piedra labrada que han visto en las imágenes. Por su situación y altura respecto al cauce, no parecía que fuese ningún riego secundario que partiese desde la acequia nueva para regar esa zona de Alcañiz, más bien daba la impresión que fuese un canal o pasadizo que desaguase en ella.


Unas imágenes con más detalle de esta interesante estructura:













Como en otros lugares, si queríamos ver hacia dónde se dirigía aquel túnel habría que entrar en él.
Y eso hicimos.

Esto fue lo que encontré:








Como se observa en las imágenes, se trataba de un túnel construido en su parte inicial con mampostería y cal. Se encontraba en bastante buen estado de conservación y el techo estaba formado por la propia roca de la cavidad que se encuentra bajo la iglesia de San Francisco.

El túnel seguía todavía más hacia adelante, por lo que decidí avanzar pese a que en el espacio había algunos inquilinos poco acostumbrados a las visitas:







Tras avanzar casi reptando una decena de metros por un suelo repleto de insectos y excrementos de murciélagos, el túnel se estrechaba un poco más. El techo estaba formado por grandes piedras de arenisca y las paredes se habían excavado a mano. En ellas todavía se observaban las marcas de los buriles.









Como ven, en algunas zonas se habían desprendido un poco las paredes, pero como el túnel parecía lo suficientemente sólido decidí seguir avanzando.




Siguiendo unos metros, la mampostería en las paredes volvía a aparecer; y los murciélagos también:




También vimos un desagüe vertical de PVC que habían conectado recientemente con este lugar. Continuando por el túnel nos encontramos con el primero de los problemas: a partir de ahí estaba inundado de agua.

Hasta el techo de losas de piedra apenas quedaban unos cuarenta centímetros de aire, que había que compartir con los murciélagos, que asustados por la luz, revoloteaban en el reducido espacio intentando huir. Además, a pesar de ser agosto, el agua estaba bastante fría, pero nadando se conseguía seguir avanzando por el pasadizo.


Aquí tienen un video de unos 11 minutos de duración que grabamos mi compadre Carlos Manrique -que fue reclutado para la aventura- y un servidor, en agosto de 2010, sobre el trazado subterráneo inicial de la Acequia Nueva de Alcañiz y del pasadizo.





Después de intentar llegar hasta el final del túnel esa primera vez nos tuvimos que dar media vuelta debido a que la cámara de aire que quedaba hasta el techo se reducía cada vez más e imposibilitaba seguir avanzando.


Unas imágenes del túnel inundado.








Así las cosas, si queríamos saber hacia dónde se dirigía el pasadizo y qué había al final teníamos dos posibilidades: o utilizar oxígeno artificial o bajar el nivel del agua para que nos permitiese el paso.

Y elegimos esta segunda opción.

Se trataba pues de resolver un problema de hidrostática: había que extraer el agua estancada.
En el Principio de Arquímedes estaba la solución. Como el túnel perpendicular a la acequia se encontraba un metro más alto que ésta extendimos una manguera de goma de unos 15 metros a lo largo del trayecto. Aspirando un buen rato a través de uno de sus orificios conseguimos empezar a extraer el agua por el sistema de los vasos comunicantes. ¡¡Funcionaba!! Así que decidí dejarla salir toda la noche y regresar al día siguiente para volver a entrar al pasadizo inundado con la esperanza de que el nivel de agua hubiera bajado y permitiese avanzar.

Unas imágenes del proceso de vaciado del túnel:








Al día siguiente comprobamos que el agua había dejado de fluir por la manguera, sin embargo el nivel del agua en el pasadizo había descendido más de veinte centímetros, lo que permitía poder respirar hasta el techo y seguir avanzando.

Volví a entrar esta vez solo y esto fue lo que encontré:










Tras recorrer alrededor de unos 30 metros de longitud en dirección a la Plaza de San Francisco, el túnel, que ahí fue totalmente excavado en la piedra, estaba ciego.


Unas imágenes del final del pasadizo:












Se trataba pues de un canal sin salida, de un túnel ciego a un metro por encima de la Acequia Nueva de Alcañiz sin una utilidad aparentemente evidente.

No era un canal de riego, porque era imposible que desde él hubiesen podido extraer agua para regar.
Tampoco era ninguna cloaca antigua porque no estaba conectada con ninguna vivienda.
Así pues, ¿cuál era la utilidad de esta infraestructura que tanto esfuerzo debió suponer para sus constructores en el pasado?

En mi opinión -que he podido confirmarla recientemente-, se trataba de un canal construido con la finalidad de sanear el agua infiltrada en la roca arenisca sobre la que se edificó en esa zona de Alcañiz.
Es una técnica conocida desde la antigüedad conocida como "cámara bufa" que mitiga las humedades a los edificios superiores y anexos.

Posiblemente se construyese a lo largo del siglo XVI para evitar las humedades que ascendían por capilaridad y afectaban a la antigua iglesia de San Francisco. De hecho, aunque la actual iglesia se comenzó a construir en 1738, es posible que anteriormente hubiese en el lugar otro templo anterior, dado que el convento de los Franciscanos fue fundado en 1524.

Así pues, este túnel ciego o cámara bufa conectada con la Acequia Nueva, a pesar de su espectacularidad y dimensiones (más de 30 metros de longitud), no creo que se tratase tampoco de un pasadizo.

Capítulo 7: el grabado escondido

Una vez de vuelta en la cueva existente bajo la iglesia de San Francisco decidimos continuar la exploración subterránea para investigar otras posibles conexiones.











Y las sorpresas siguieron produciéndose.

Tras pasar por la cavidad, la Acequia Nueva continúa subterráneamente rumbo al casco urbano de Alcañiz mediante otra embocadura construida con una bóveda de sillares de piedra.

He aquí una imagen de la misma:






Y otra con algo más de detalle:






Desde dentro se aprecia mejor la bóveda de sillares que sustenta la estructura hidráulica:












Después de avanzar unos diez metros por el cauce de la acequia surge un pozo vertical de unos cuatro metros de altura por encima del agua.






Una imagen más cercana del pozo vertical que se abre en la bóveda de la acequia:






Observándolo desde abajo, esta es la imagen del pozo vertical:






El pozo, de forma cuadrada, tiene unas dimensiones de algo más de un metro de lado por unos cuatro de altura. También está construido en sillares de piedra arenisca y, en mi opinión, puede que fuese construido con posterioridad a los siglos XII-XIII en que fue trazada la Acequia Nueva.

Como dijimos anteriormente, el antiguo convento de San Francisco (hoy desaparecido) fue fundado en 1524. Se ubicaba anexo a la iglesia de San Francisco, en el lugar en el que hoy está el Hospital Comarcal de Alcañiz.

En mi opinión este pozo se construyó para suministrar agua al antiguo convento de los franciscanos aprovechando que el trazado de la Acequia Nueva transcurría bajo el lugar.

De hecho, en una copia mecanografiada del libro de 1704 del notario alcañizano Pedro Juan Zapater, que pude consultar en la biblioteca de la ciudad, había una interesante descripción de este al respecto del convento franciscano:


"En la luna del claustro tiene una hermosa cisterna de agua que se llena de una acequia que pasa por dentro del convento, que en verano es muy fresca, y es muy grande; suple la falta de nieve a los vecinos que habitan en su contorno". (pag. 482, cap. 13, Tercera Parte).


ZAPATER Y SANCHO, Pedro Juan, La Thesorera descubierta y vengada de las injurias del tiempo, antigüedades i excelencias de la insigne ciudad de Alcañiz..., Alcañiz, 1704, obra inédita.

Unas imágenes de la iglesia de San Francisco de Alcañiz en la que se aprecia parte de las construcciones anexas que había antes de que se edificase el Hospital Comarcal:








Regresamos de nuevo al pozo vertical de la Acequia Nueva, que nos tenía reservada una grata sorpresa:





Como ven, una gran losa de piedra cierra actualmente la apertura vertical del pozo.
Y en esa gran losa de arenisca encontramos este grabado:





Una imagen con más detalle del dibujo grabado:











Como ven, se trata de un dibujo de un torreón medieval, con bastantes similitudes con la torre del Homenaje del castillo calatravo de Alcañiz (siglo XII).

Cuando encontramos esta losa de arenisca con el citado grabado informé al arqueólogo alcañizano José Antonio Benavente, que no sabía de su existencia, de su ubicación. Según me explicó, esta gran piedra bien pudiera tratarse de una losa sepulcral, pues durante las excavaciones arqueológicas del castillo calatravo aparecieron algunas con ciertas similitudes, si bien la mayoría estaban desgajadas o rotas.


En una de las incursiones subterráneas a la Acequia Nueva pude entrar con una cinta métrica para poder medir y documentar este interesantísimo hallazgo:





De ser cierta la hipótesis referida a la torre del Homenaje, nos encontraríamos posiblemente con una de las primeras representaciones gráficas del castillo alcañizano de la historia.

Una imagen actual de la torre del Homenaje del castillo calatravo. Juzguen ustedes mismos:







Más similitudes todavía que con la torre del Homenaje del castillo calatravo parece tener con el antiguo escudo de Alcañiz, como se aprecia en esta imagen de la portada de unas actas de 1738 que me hizo llegar el alcañizano Jesús Ponz Zapater:





Esta es la portada del acta:





Para más información al respecto recomiendo el estudio de J. A. Benavente y A. Lombarte en: Al-qannis: Boletín del Taller de Arqueología de Alcañiz: "El escudo de Alcañiz: sus orígenes y evolución".  Número 7. Pags. 73-81 (1997).


Saber cómo llegó esa supuesta lápida sepulcral ahí es una incógnita difícil de despejar, pero una hipótesis que barajamos fue que se utilizase esta gran piedra para cerrar el pozo vertical al perder éste su utilidad, quedando el grabado del torreón vuelto hacia abajo. Luego, posiblemente se edificase encima, por lo que de esta forma, únicamente era posible verlo desde el interior de la acequia, lo que le ha permitido permanecer oculto durante siglos para generaciones enteras de alcañizanos.


Capítulo 8: El túnel olvidado bajo el Hospital

Continuando por el trazado de la Acequia Nueva en dirección al Hospital comarcal de Alcañiz, la bóveda construida en sillares de piedra continúa durante varios metros más. En algunos tramos la antigua bóveda desaparece y en su lugar hay vigas de hormigón de aspecto reciente como ésta:





Como ven, se trata de un tramo de unos dos o tres metros de anchura y situada un metro sobre el nivel del cauce del agua. No pude averiguar si anteriormente en ese punto hubiese algún tipo de conexión o si esa pared fue levantada para sustentar las vigas de hormigón en ese tramo tras un supuesto derrumbe o hundimiento.


A partir de ahí la Acequia Nueva pasa por debajo del Hospital comarcal de Alcañiz. Durante una veintena de metros el agua discurre por tubos de hormigón de unos 100 cm. de diámetro hasta dar a parar a un partidor con dos tajaderas de huso. Es un espacio bastante amplio que incluso tiene un acceso a la superficie de la calle (entrada de Urgencias del Hospital) mediante una alcantarilla con una escalera.


Como decimos, en ese espacio la Acequia Nueva de Alcañiz se divide en dos ramales: uno a mano derecha que continúa prácticamente recto cruzando perpendicularmente la Avenida de Aragón, pasa por el barrio de Viveros y va a desembocar al barranco del Ciego y otro a mano izquierda donde la acequia continúa paralela a la Avenida de Aragón y se adentra en el casco histórico.


Normalmente el agua discurre por el de la derecha para suministrar agua a los regadíos del Barranco del Ciego y debido a que el ramal de la izquierda ha perdido su utilidad principal debido a la reducción de las zonas de huertas por la expansión urbanística de las últimas décadas.


Las veces que entré a este partidor me dio la impresión de que el huso de la tajadera estaba roto y eso impedía también desviar agua por el viejo cauce de la acequia, lo que ocasiona actualmente malos olores en muchas viviendas que se desarrollan en torno a su trazado. En mi opinión, simplemente con que en algunas ocasiones la Comunidad de Regantes desviase agua por ese ramal se evitarían muchos de los problemas que surgen en torno a esta infraestructura hidráulica, que poco a poco se va destruyendo por falta de mantenimiento y dejadez.


En este punto de la Acequia Nueva, es decir, a la altura de su cruce bajo el Hospital comarcal de Alcañiz, hay que hacer una importante salvedad.


Como dijimos anteriormente, donde actualmente se ubica el centro hospitalario se encontraba anteriormente el convento de la Orden de San Francisco. Vista la agradable sorpresa de la lápida sepulcral que cerraba el pozo vertical, no era descabellado suponer que hubiese algún tipo más de conexión, túnel o pasadizo subterráneo entre el antiguo convento y la ciudad.


Así las cosas, me puse a intentar localizar a alguno de los responsables de la construcción del Hospital de Alcañiz en los años setenta que siguiera vivo y que hubiese podido seguir el devenir de las obras.























Tras indagar, el 6 de octubre de 2010 me entrevisté con él. Lamento no poder dar su nombre, pero me especificó expresamente en nuestra charla que quería permanecer en el anonimato.
Según esta persona, durante la excavación de uno de los pilares de sustentación del nuevo Hospital apareció un pasadizo o túnel subterráneo a varios metros de profundidad. Este antiguo túnel estaba excavado completamente en la roca y con una dirección paralela a la calle Juan Sobrarias. No recordaba si estaba comunicado con la acequia nueva, que en ese tramo se encofró de hormigón, aunque sí que el túnel continuaba en ambas direcciones, esto es, hacia la iglesia de San Francisco, por debajo de donde antes estaba el convento, y hacia los bancales que son ahora el barrio de Viveros.


Esta persona me contó que en aquella época no entraron en ese supuesto túnel ni dieron aviso a las autoridades del hallazgo porque "había orden de que saliese lo que saliese siguiésemos con los trabajos". La entrada a ese supuesto túnel quedó bloqueada por una zapata de hormigón de 250 x 250 cm. También me explicó que en el solar donde se ubica el Hospital hay dos zonas diferenciadas: una donde la roca arenisca aparece a una profundidad de 1,5 metros, y otra zona de cargadal o relleno. Fue en esta última donde tuvieron que bajar los pilares hasta los nueve metros de profundidad para encontrar solidez. 


Durante mi estancia en Alcañiz no pude localizar ninguna fotografía de las obras de construcción del Hospital comarcal, aunque dudo de que alguien pudiese haber dejado constancia gráfica de este supuesto túnel subterráneo que quedó allí olvidado. Tampoco pude ver si había alguna referencia en el proyecto original del Hospital o modificados posteriores y que debe de conservarse en el Archivo Municipal de Alcañiz.


En todo caso, esta nueva fuente oral, a mi juicio totalmente confiable, como tantas otras que tuve la suerte de poder consultar durante la investigación, viene a demostrar que el subsuelo de Alcañiz sigue escondiendo más sorpresas de las que puedan estar a simple vista.  


Y es que estos indicios, aunque fragmentarios y la mayoría de difícil constatación, poco a poco iban conformando un puzle de muchísimas piezas que dejaba intuir que quizá la leyenda de aquellos famosos pasadizos o túneles que discurrían bajo la ciudad pudiese ser algo más que un mito.


Ante la imposibilidad de localizar ese túnel hallado en las obras de construcción del Hospital de Alcañiz, consideré que la única forma de intentar localizar algún indicio más era mediante la exploración a conciencia del tramo subterránea de la Acequia Nueva. En el caso de que la acequia hubiese tenido un doble uso, como conductora de agua y como paso de personas, debería de quedar algún tipo de conexión de aquella época. Así pues, había que recorrer en su totalidad la infraestructura hasta otro de sus puntos claves: la Iglesia del Carmen.

Capítulo 9: La acequia abandonada.

Como decíamos anteriormente, la Acequia Nueva de Alcañiz se bifurca en dos canales separados a la altura del Hospital comarcal, a una profundidad de unos cuatro metros por debajo del nivel de la calle.

El de la derecha continúa prácticamente recto cruzando perpendicularmente la Avenida de Aragón, pasa por el barrio de Viveros y va a desembocar al barranco del Ciego. El de la mano izquierda es el cauce primigenio de la acequia principal, tras varios metros discurriendo paralelo al otro canal hace un giro y continúa por la Avenida de Aragón y se adentra en el casco histórico hasta desembocar a la altura del antiguo convento de las Monjas dominicas.

Hay que señalar que hasta hace unos años este cauce seguía llevando agua, pero la expansión urbanística y la consiguiente pérdida de las huertas más próximas a Alcañiz han provocado que pierda el cometido para el que fue construido. Hasta donde yo sé, ese tramo final de la Acequia Nueva ha perdido su función inicial de transportar agua, y las veces que me introduje allí la encontré siempre seca.

Sin embargo, algunas conexiones de vertidos y desagües ilegales realizados años atrás siguen estando conectadas al antiguo cauce. Esto, junto a que el agua haya dejado de discurrir por la acequia, provoca actualmente numerosos problemas de olores a las viviendas que se desarrollan a lo largo de la infraestructura. En mi opinión, dichas afecciones se reducirían de una forma sencilla y barata si se dotase de un caudal mínimo a este canal y se realizasen algunas tareas de mantenimiento, que sin duda esta antigua y olvidada infraestructura hidráulica agradecería de buen grado.

El problema de los desagües ilegales conectados con la acequia no solamente tenía afecciones con las viviendas próximas, si no que provocaba también que intentar recorrerlo bajo tierra pudiese convertirse en una trampa mortal si se formaban bolsas de dióxido de carbono (CO2) o metano en alguna zona poco ventilada.

Para minimizar los riesgos, pedí prestado un detector de gases portátil y me dispuse a recorrer los dos tramos en que se bifurcaba la Acequia Nueva: uno sobre el que no albergaba grandes expectativas, y otro (el viejo cauce paralelo a la Avenida Aragón) donde había algunas posibilidades de seguir encontrando indicios.

Empecé el recorrido por el canal de la derecha, esto es, el tramo que discurre perpendicularmente por debajo de la Avenida de Aragón, y se dirige hasta el barrio de Viveros. Esta zona de Alcañiz ha tenido un desarrollo urbanístico muy importante en las últimas décadas, por lo que, como era de esperar, la infraestructura hidráulica se encontraba totalmente reformada en su recorrido:

Este es uno de los tramos del ramal:





Como ven, a lo largo del recorrido, hay tramos construidos con tubos de fibrocemento de dos metros de diámetro y otros tramos construidos en hormigón:





En toda esta zona, ese ramal de la Acequia Nueva se construyó de forma muy adecuada y se sobredimensionó el cauce, permitiendo así un fácil acceso y recorrido en caso de tener que entrar en ella:




Así las cosas, este tramo, por el que circula el agua normalmente, a pesar de formar parte de ese Alcañiz subterráneo que pocas personas conocen, carecía de interés para nuestra investigación de los pasadizos, por lo que decidí volver sobre mis pasos hasta el repartidor de agua y comenzar a explorar la otra bifurcación, donde inicialmente tenía más esperanzas de poder encontrar alguna conexión o indicios con la vieja leyenda urbana.

De vuelta otra vez en las dos tajaderas me introduje por la de la izquierda dispuesto a seguir el trazado de la Acequia Nueva hasta donde pudiese. El medidor de gases no había dado mediciones fuera de lo normal hasta entonces, por lo que, de momento, no había inconvenientes en seguir adelante.

En este tramo, la antigua infraestructura está prácticamente seca. El agua ha dejado de correr por el cauce, por lo que en ocasiones se observan desechos de diversos tipos a lo largo del canal.


Esta es una imagen del tramo inicial tras salvar las dos compuertas que regulan el flujo:





Como se observa, este tramo está parcialmente reformado. Las paredes fueron construidas con piedras de sillar y posteriormente enlucidas para incrementar el aislamiento. Por lo que se deduce de las vigas de hierro del techo, del que se han desprendido en los últimos años el recubrimiento dé cemento, posiblemente se trate de una reforma que se hiciese cuando se construyó el Hospital comarcal en los años setenta del pasado siglo. Apenas cuatro décadas después el material ha empezado a deteriorarse y, si nadie lo remedia, podría ocasionar en los próximos años graves problemas y producir algún colapso.


Unos metros más adelante a mano izquierda surge un canal paralelo a la propia acequia. Sólo está comunicado con ésta a través de una apertura longitudinal de unos 30 centímetros a lo largo de varios metros como se aprecia en las imágenes:






Una imagen desde la parte izquierda donde se aprecia mejor el canal que discurre paralelamente al cauce principal de la acequia:






En mi opinión, esta pared que divide en cauce en dos mitades desiguales se construyó para reforzar la techumbre en ese punto debido al amplio vano de que dispone ahí la Acequia Nueva, así como para recoger y desviar los vertidos de algún viejo desagüe que aún sigue permaneciendo prácticamente colmatado, como se aprecia en la siguiente fotografía:






Junto a él, a un par de metros, algunos "tesoros" en forma de viejas botellas y diversos trastos recubiertos de barro que se encuentran a lo largo de todo el cauce de la acequia:





De nuevo en el cauce principal, seguí adelante con la intención de intentar encontrar algún indicio de una antigua conexión entre la acequia y otras partes de la ciudad.

Tras avanzar unas decenas de metros por un recorrido que cada vez se iba haciendo más laberíntico y estrecho, el medidor de gases empezó a emitir un sonido. El aparato tenía un avisador acústico que cuando el porcentaje de oxígeno bajaba hasta un cierto punto emitía una alarma. Le eché un vistazo y vi que todavía había margen, así que decidí seguir más adelante por si se trataba de alguna bolsa en ese tramo en concreto y posteriormente estaba más ventilado.

Sin embargo, el porcentaje de oxígeno seguía descendiendo. El avisador empezó a emitir sonidos cada vez más continuos y agudos. Eso y el hecho de que a partir de ahí el cauce se había reducido de tal manera que había que continuar arrastrándose me hizo tomar la decisión de dar media vuelta y regresar de nuevo al partidor de agua.

De nuevo en las tajaderas me encontraba en un callejón sin salida. El canal de la derecha no tenía importancia en nuestra investigación debido a las escasas posibilidades de encontrar algún indicio arqueológico, mientras que las condiciones en que se encontraba el canal de la izquierda imposibilitaban seguir avanzando para investigar en él. ¿Qué hacer?

No había otra solución que descartar ese camino por el momento e intentar buscar algún indicio en la Iglesia del Carmen, que fue el siguiente punto donde centramos nuestra investigación.




Capítulo 10: Los entresijos de la iglesia del Carmen

Tras tener que dar media vuelta en la Acequia Nueva, no quedaba otra solución que centrar las investigaciones en el entorno de la Iglesia del Carmen de Alcañiz, de la cual tenía ciertas informaciones de que se habían encontrado accesos antiguos a la acequia y de la que no pocas personas me habían comentado que partía un supuesto pasadizo en dirección al Castillo y hacia la calle Alejandre.

La iglesia del Carmen es un magnífico templo de los muchos que se conservan en Alcañiz. Formó parte del antiguo convento de Carmelitas fundado en 1603, aunque el edificio no se concluyó hasta finales de siglo, hacia 1697. La iglesia está formada por tres naves, con una parte central más alta y ancha que las laterales. 

Actualmente se encuentra cerrada al público debido al mal estado de su techumbre, que resultó muy afectada por la increíble tormenta de granizo que afectó a la ciudad en el año 2003. Sin embargo, recientemente, el Ayuntamiento de Alcañiz y la Fundación Quilez Llisterri han llegado a un acuerdo para rehabilitar el edificio y convertirlo en un nuevo referente cultural para la ciudad

Actualmente, este es el aspecto que presenta el interior del templo. Como se observa, los desprendimientos procedentes del techo imposibilitan un mínimo de seguridad para el público:









Junto al templo religioso se encontraba antiguamente el claustro y convento de la Orden de los Carmelitas. Hoy en día es el Palacio de Justicia y destaca por estar construido en piedra, continuando su tradición renacentista, con dos plantas de arquerías sobre columnas.

Estas fotos de mi amigo el fotógrafo alcañizano Luis Pitarque muestran la magnificencia del lugar que hoy acoge el Palacio de Justicia:










El antiguo convento fue reformado varias veces a lo largo del siglo XX. Tras acoger durante un tiempo el cuartel de la Guardia Civil, en los años 1999 y 2000 fue sometido a una reforma integral para ubicar en él definitivamente los juzgados de Alcañiz, que desde hacía unos años ya estaban instalados allí.

Durante aquel tiempo, el Ministerio de Justicia invirtió la nada desdeñable cifra de 120 millones de las antiguas pesetas en unas obras que tenían como objetivo devolver su antiguo lustre a un edificio del siglo XVII, adaptarlo a las necesidades con las instalación de un sistema de calefacción, la creación de un segundo archivo y de una sala de reconocimiento, y la eliminación de las humedades provenientes del paso de la Acequia Nueva que atravesaba subterráneamente uno de sus laterales.

En una noticia publicada en el periódico Diario de Teruel del 14 de noviembre de 1999 se informaba del comienzo de dichas obras y se explicaba que el antiguo convento de los carmelitas tuvo su final religioso con la Desamortización de Mendizábal. Según la historiadora Teresa Thomson, entrevistada para la ocasión, el recinto posteriormente albergó diferentes usos y fue utilizado como casa de comedias, cuartel de la Guardia Civil, plaza de toros, lavadero público, grupo escolar o hasta como huerto vecinal.

Así pues, a finales del año 1999 comenzaron las obras de reforma. Sin embargo, a los pocos días de empezar la intervención, empezaron a surgir los primeros problemas debido al hallazgo de varios túneles y pasadizos bajo el subsuelo. La prensa volvió a hacerse eco del asunto en otra noticia del 20 de noviembre de 1999 en el Diario de Teruel.

Según la información publicada en el rotativo, los primeros trabajos habían sacado a la luz muestras de un patrimonio arqueológico "de primera magnitud". En el patio del claustro se había encontrado un aljibe con un brocal en buen estado y un antiguo suelo de canto rodado, así como un antiguo cementerio bajo lo que hoy es el colegio Palmireno. Asimismo se explicaba que se habían descubierto "unos pasadizos que discurren por debajo de la iglesia del Carmen con dirección al castillo calatravo".

Unas fotografías de los trabajos iniciales en el claustro del antiguo convento carmelita publicadas por el Diario de Teruel por aquellas fechas:







Como pueden ver, en ellas se aprecia el rebaje que se hizo en el suelo del claustro que sacó a la luz el antiguo pavimento y el resto de estructuras enterradas.

Sin embargo, las obras habían comenzado con mal pie. Y es que a pesar de tratarse de un Bien de Interés Cultural (BIC), y que por tanto gozaba un estatus especial de protección histórica, las obras se iniciaron sin ningÚn control arqueológico. El arqueólogo alcañizano José Antonio Benavente denunció la situación y consiguió paralizar temporalmente los trabajos con el objetivo de que se realizase un seguimiento arqueológico acorde con la importancia del edificio tras la intervención de la Comisión Provincial de Patrimonio de la DGA.

La prensa volvió a hacerse eco del devenir de los trabajos en otra noticia que publicó Diario de Teruel apenas una semana más tarde, el 1 de diciembre de 1999.

En ella se daba cuenta de nuevos hallazgos en el claustro del antiguo convento carmelita: "También ha aparecido en un relleno de escombros restos de armamento de fusiles" así como "tumbas vacías en paralelo al muro interior del claustro".

Así pues, en ese período se estaba a la espera de que la Diputación General de Aragón diese la correspondiente autorización para continuar con las excavaciones arqueológicas con las que intentar localizar "los pasadizos subterráneos que partiendo del Palacio de Justicia van por debajo de la Iglesia del Carmen". La intención inicial era conectarlos con la red subterránea de túneles descubierta bajo la plaza de España en la que por aquella época estaba sacando a la luz la Brigada Municipal de Alcañiz.

Tras conseguir que las obras arrancasen de nuevo bajo un control arqueológico, José Antonio Benavente recuerda que se realizó una limpieza de dos tramos de pasadizos con la ayuda de la Brigada Municipal. Según me explicó, 2se trataban de dos tramos de distinta construcción y dimensiones que comunicaban el claustro (en cuya pared oeste detectaron una antigua puerta cegada a través de la diferente humedad) con la sacristía de la Iglesia pasando a través del cauce de la Acequia Nueva".

"Recuperamos bastantes cerámicas del siglo XVIII en el nivel de abandono del segundo tramo y algunos restos humanos dispersos. También documentamos otras estructuras interesantes en el claustro en cuyo centro se conserva un aljibe de recogida de aguas pluviales con canalizaciones de tubos de cerámica algunos de los cuales pudimos rescatar con el Taller de Arqueología. Finalmente, se realizaron excavaciones en el ala sur a cargo de una empresa de Zaragoza con hallazgos funerarios interesantes".

La Iglesia del Carmen y el antiguo convento siempre había tenido un lugar central en el ideario colectivo de la leyenda urbana de los pasadizos. Por aquello años, el jubilado Jaime Celma acompañó a Benavente y los miembros de la Brigada Municipal en una visita al Palacio de Justicia con la intención de mostrarles el lugar donde estaba situada una puerta tapiada que suponía la entrada a los pasadizos que cruzaban subterráneamente la iglesia.

Según Celma, que vivió en el edificio que hoy es el Palacio de Justicia, siendo él un muchacho, allá por los años 40 del siglo XX, un caballo tiró de la anilla de la cual estaba atado y arrancó parte de un tabique, lo que permitió descubrir la entrada al pasadizo. Junto con otros amigos entró al pasadizo y caminó por él a lo largo de unos cuarenta metros. Allí vieron cómo un pasadizo se desviaba hacia la derecha y otro hacia la izquierda. "Uno de ellos tomaba la dirección del castillo de los calatravos. Luego nos volvimos al tener miedo", explicaba.

Posteriormente la pared se volvió a tapiar, se pintó, y nunca más se volvió a abrir. "Yo fui el otro día para indicarles por dónde estaba", señaló Celma, que recordó también la existencia del cementerio carmelita al que se accedía por unas escaleras (también tabicadas desde que se hizo el colegio del Palmireno): "El cementerio estaba entre el Juzgado y las Escuelas, por donde estaba el Registro Civil. A través de una puerta se pasaba a la parte del cementerio pero con la reforma que se hizo en los años setenta todo eso se tapó", refiriéndose a la reforma integral a la que fue sometido este mismo espacio hacia 1974.


A este respecto del que hablaba Jaime Celma y ese supuesto pasadizo de "más de cuarenta metros" de longitud, José Antonio Benavente se muestra bastante escéptico: "tenemos un claro ejemplo de la distorsión que produce el tiempo. El pasadizo de 40 metros hasta la acequia nueva habría que dejarlo en unos 6-7 metros, como mucho. Este corredor tras llegar a la Acequia Nueva continuaba, más menos recto, en dirección a la Iglesia del Carmen (o el castillo) en una longitud de unos 8-10 metros como mucho, donde finalizaba y donde existía un acceso en la parte superior (a modo de trampilla) que posiblemente debe comunicar con alguna habitación de la sacristía de la iglesia del Carmen. Fue en este segundo corredor, que se desescombró totalmente con la brigada municipal, donde aparecieron cerámicas de los siglos XVII -XVIII que deben fechar su momento de abandono. En mi opinión, este corredor (en este caso sí podemos hablar de "pasadizo" por sus dimensiones) no debía tener otra utilidad que la de comunicar la iglesia o el claustro con la acequia, es decir con un aprovisionamiento regular de agua".


He aquí unas fotografías -que me facilitó José Antonio Benavente- del proceso de limpieza de ese espacio subterráneo que existe bajo la Iglesia del Carmen y que desescombró la Brigada Municipal en aquellos años 1999 y 2000:


















Y aquí una imagen de esa trampilla que comunicaba el pasadizo subterráneo con alguna estancia superior de la Iglesia del Carmen:




Los trabajos para recuperar y desescombrar esos ocho metros de pasadizo descubiertos fueron de nuevo recogidos por la prensa local de entonces en una noticia publicada el 17 de marzo del año 2000 en Diario de Teruel.

En ella se explicaba cómo había sido derribado un muro de ladrillo que impedía el paso en medio del pasadizo para acceder a la Acequia Nueva, que cruza paralelamente la iglesia del Carmen, y ese ramal de túnel que tomaba una dirección hacia el castillo de los calatravos.

Este pasadizo terminaba junto a la pequeña trampilla que daba acceso a la iglesia. Por tanto, como ya vimos en el convento anexo a la Iglesia de San Francisco y ese pozo vertical, parece ser que tanto los carmelitas como los franciscanos querían asegurarse una con estas estructuras un acceso permanente al agua que corría por la Acequia Nueva.

Así pues, de esta forma se ponía fin, al menos en el entorno de la Iglesia del Carmen, a las numerosas elucubraciones surgidas durante décadas de la supuesta red de pasadizos subterráneos que comunicaban las numerosas iglesias de la ciudad.

No obstante, queriendo descartar la mínima posibilidad de que existiese alguna comunicación subterránea en el lugar, por remota que fuese, decidí investigar tanto en la Iglesia del Carmen como en algunas viviendas cercanas.

Así las cosas, el 9 de junio de 2010 me reuní con el párroco Jesús Jaime para visitar la Iglesia del Carmen, cerrada al público debido al peligro existente derivado de su maltrecha techumbre. Nos acompañó en la visita mi amigo Ángel Tremps, que siempre se mostró muy interesado en la leyenda de los pasadizos alcañizanos y que conocía bien el lugar al haber trabajado en las obras de reforma de los juzgados de mediados de los años setenta.


El párroco nos mostró todas las estancias del templo religioso sin que encontrásemos ningún tipo de conexión entre la iglesia y la acequia.

Unas fotografías de lo que encontramos en su interior:









Próximamente, más información.



Si usted tiene cualquier información sobre los pasadizos de Alcañiz y quiere compartirla: javierzardoya@gmail.com