miércoles, enero 28, 2015

El hombre de Alcañiz

La periodísta alcañizana Pilar Narvión y José María Pascual en un acto a mediados de los años 70. (Fuente: La COMARCA).

Ha muerto José María Pascual Fernández-Layos. Me entero de su silenciosa marcha a 10.000 kilómetros de distancia gracias a los comunes amigos y siento como si el destino se me llevase a un abuelo.

Fue un hombre que antepuso su vida pública frente a lo personal; su vocación de servicio a los demás ante los requerimientos de lo propio. Fue alcalde de la ciudad de Alcañiz (Aragón) durante casi dos décadas, senador por Teruel, diputado provincial, vocal de la Confederación Hidrográfica del Ebro, tesorero del Real Zaragoza Club de Fútbol, presidente de la cooperativa agraria Nuestra Señora de los Pueyos o del Sindicato de Riegos del Guadalope, entre otros mil cargos que le quisieron otorgar los bajoragoneses, quienes siempre vieron en él a un hombre en el sentido más amplio de la palabra; a su hombre, al hombre tranquilo en el que podían depositar su confianza cualesquiera fuera el cometido a desempeñar.

En mis años de desempeño y destierro periodístico en Alcañiz lo traté en no pocas ocasiones. A pesar de que en aquella época el ya andaba retirado de muchas de las obligaciones de su anterior vida pública, y de que la salud no le respondía como antes, siempre se mostró como un caballero de los de antes, cariñoso y atento, ingenioso, inteligente, sagaz, diplomático, prudente, discreto, confidente. Una vez que lo llamé por teléfono para contrastar unos datos del recrecimiento de la presa de Santolea acabamos hablando de sus novias de juventud. Lo oí llorar al otro lado de la línea rememorando a alguna de las mujeres que le habían amado. ¿Cómo no vas a querer a alguien así? Era un hombre entrañable.

Me viene a la cabeza otra simpática anécdota de aquellos tiempos. Andaba por aquel entonces el PSOE enredando con la idea de quitar algunos de los cuadros de los alcaldes de Alcañiz que adornan uno de los salones del Ayuntamiento. El objetivo de la genial idea era dejar solamente colgados a los que habían estado gobernando en la democracia y retirar a los que ejercieron la alcaldía en la dictadura. Cuando le consulté el tema a José María Pascual, que le tocó gobernar en los últimos estertores del franquismo y dirigir y moderar la transición hacia la democracia en su ciudad, optó por rememorar al Rey Salomón mientras nos echábamos unas risas: ¡Pues el mío que lo tendrán que partir por la mitad!

Cuadro de José María Pascual, alcalde de Alcañiz (1974-1985 y 1987-1995). ©: Javier Zardoya

Alcañiz, a la que tanto quiso, y el Bajo Aragón, tuvieron mucha suerte de contar con José María Pascual entre sus gentes. Su recuerdo perdurará entre ellos. Hasta tal punto llegó su bonhomía, que sus incluso sus más cerriles oponentes han reconocido su aportación a la convivencia, concordia, impulso económico social, económico y cultural de la tierra bajoaragonesa en estas cuatro últimas décadas. No es esta poca gran virtud en la vida: saberse amado y respetado incluso por tus enemigos en un tiempo terrible para la escena pública y sus principales caracteres: los políticos.

Muchas gracias y descansa para siempre en paz.

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